«Es una enfermedad seguir insistiendo en el odio» dijo el reconocido fotógrafo Jesús Abad Colorado, cuyos retratos de la guerra reaccionaria le merecieron premios internacionales. Como él, son muchos los intelectuales al servicio del gran capital que pregonan la paz social con los explotadores, el arrepentimiento del camino de la lucha armada para los combatientes, en el afán de desarmar el espíritu de lucha del pueblo.
Mientras esto ocurre, el rostro de la verdadera paz burguesa se muestra día a día en el país:
Desde el 30 de mayo el Esmad de la policía lanzó gases lacrimógenos a viviendas y centros de concentración de habitantes de Buenaventura, dejando como saldo al menos dos niños muertos por asfixia, así como en un acto de provocación destruyó cristales de fachadas comerciales para luego culpar a los manifestantes de terrorismo, día después envió tropas de la marina y el ejército a sofocar el espíritu rebelde de un pueblo cansado de humillaciones, promesas, engaños y mentiras… Esa fue la respuesta del Estado de los ricos a los reclamos de las masas que exigían la parte que les corresponde de los 5.5 billones de pesos movidos anualmente en el puerto, para acabar con el 62% de desempleo, dotar a las escuelas para su funcionamiento mínimo, conseguir un hospital decente, y mitigar la miseria extrema en que viven el 82% de los habitantes del puerto más importante, por donde circulan el 70% de las mercancías.
Son ya varios los indígenas asesinados por las fuerzas militares y paramilitares en el Cauca por el hecho de tomar la tierra que les fue arrebatada y distintos gobiernos han prometido devolvérsela… Varios maestros asesinados en la última semana en medio del paro nacional en defensa de la educación para el pueblo y de las mínimas condiciones de existencia de los docentes… Más de cien activistas de diferentes movimientos políticos y defensores de los llamados derechos humanos han sido asesinados en los últimos años de la paz…
Todos ellos, hechos que muestran el verdadero rostro de la paz burguesa y el engaño de quienes llaman al pueblo a hacer la paz con sus odiados enemigos.
La paz que necesita el pueblo colombiano solo puede abrirse camino cuando triunfe la revolución proletaria; una revolución que no dejará piedra sobre piedra del orden de los ricos y cuyo triunfo solo será posible mediante la guerra popular, mediante el levantamiento armado del pueblo.
La Guerra Popular es el camino de los explotados no la claudicación ante el poder de los explotadores. Un levantamiento que tendrá como sus objetivos el aniquilamiento de las fuerzas armadas del enemigo, destruir el Estado burgués terrateniente y proimperialista y construir el Estado socialista de obreros y campesinos, basado en el armamento general del pueblo.
Prepararse para la guerra es lo que necesitan los trabajadores en Chocó, Cauca, La Guajira, Buenaventura y en todo el país si desean liberarse de la represión, la corrupción, la opresión, la superexplotación y la miseria. Lejos de lo que dicen los intelectuales pagados por el capital, a los trabajadores les compete destruir el capitalismo, que no puede ser posible sin una encarnizada guerra civil contra las clases dominantes representadas en el Estado.
Como dice el Programa que proponen los comunistas al pueblo colombiano, la tarea inmediata de la revolución es destruir el poder político de la burguesía, los terratenientes y los imperialistas. Destruir con la guerra popular el Estado opresor y explotador, destruirlo con todo su ejército -militar y paramilitar-, y con toda su policía, con todo su aparato gubernamental de politiqueros y funcionarios, con todos sus jueces y carceleros, con todos sus curas, brujos y pastores. Esa es la primera gran misión que tiene el pueblo colombiano para abrir la sociedad a una nueva era de progreso y de construcción de la verdadera paz.