Así como a los campesinos, pueblos indígenas y raizales, tampoco a los habitantes del municipio Argelia en el departamento del Cauca le sirven los «consejos de seguridad», las «comisiones intersectoriales», las «mesas temáticas»… La solución a la problemática de Argelia quedó embolatada sobre los escritorios con diagnósticos estériles y banas promesas.
Las decisiones tomadas por el gobierno en el pasado 2 de febrero en Popayán, supuestamente parea proteger a la comunidad y dar una «respuesta integral» a los problemas, se contradicen por la forma cobarde, al amparo del Estado, como prosigue el mercadeo de la muerte que en estos días acabó con la vida de la dirigente campesina María Caicedo.
La intervención del gobierno en cabeza del ex vicepresidente Oscar Naranjo y el exministro del interior Guillermo Rivera ante la «comisión intersectorial» efectuada el dos de febrero resultaron ser palabras huecas, vacías y demagógicas, ausentes de una acción concreta por parte del Estado: «Las decisiones tomadas deben ser garantías para que la situación de Argelia reciba una respuesta integral del Estado no solo en términos militares, policiales, judiciales, sino también de atención social. Esto se hará particularmente a partir de los programas que hoy el Gobierno Nacional desarrolla en busca de construcción de la paz en todo el país, con especial énfasis en municipios como Argelia». Así declaró Oscar Naranjo en aquella ocasión, pero ocho meses después, las autoridades se negaron a buscar a la líder María Caicedo, siendo la propia comunidad quien emprendió la búsqueda hasta lograr localizarla.
La mentira de la «construcción de la paz» se manifiesta, no solo en el hecho de que los programas del gobierno no le están entregando a los campesinos sino a los grandes burgueses y terratenientes despojadores, sino además en el asesinato sistemático de campesinos y sus dirigentes.
Los campesinos no deben depositar su confianza en el Estado de los ricos, pues éste es una máquina hecha por ellos a su amaño y destinada a defender sus intereses de clase con la fuerza armada del ejército, la policía y los grupos paramilitares a su servicio. La Procuraduría, Contraloría, Fiscalía tienen conocimiento de los responsables de los asesinatos, pero de ahí no pasan porque sus jefes políticos tienen rabo de paja y compromisos con los patrocinadores de la matanza.
El esfuerzo, constancia, perseverancia del que María Caicedo fue ejemplo hasta su muerte, no será en vano en la medida que la organización campesina no renuncie y, por el contrario, persista en su lucha y se encamine en la construcción de una plataforma de lucha común con los obreros y los sectores populares de la ciudad para decirles con un poderoso Paro Nacional Indefinido a los ricos criminales: ¡BASTA YA! ¡No más atropellos contra el pueblo!
¡POR NUESTROS MUERTOS NI UN MINUTO DE SILENCIO!
Un camarada desde el Cauca