Juventud revolucionaria, adelante con la lucha por el derecho a la educación gratuita, de calidad y al servicio del pueblo

Juventud revolucionaria, adelante con la lucha por el derecho a la educación gratuita, de calidad y al servicio del pueblo 1

Una de las cuentas pendientes del Estado y los gobiernos anteriores con el movimiento estudiantil universitario y con los trabajadores de las universidades públicas es la implementación de una política educativa que responda verdaderamente con los intereses y necesidades del pueblo.

Esta bandera ha sido levantada en las últimas décadas por el estudiantado y los trabajadores para enfrentar las reformas que intentaron cercenar aún más las universidades públicas. En las calles, de forma masiva e incluso con el paro, el pueblo y especialmente la juventud, lograron impedir que la Ley 30 y sus intentos de reformas acabaran con el sueño de educación gratuita y de calidad al servicio del pueblo.

Esta bandera la levantó la juventud y el pueblo colombiano durante el confinamiento causado por el Covid-19 y la mantuvo aún más en alto durante el gran levantamiento popular del 2021. Tanta era la fuerza de los jóvenes reclamando este derecho que con esta bandera se cubrió como candidato el actual presidente, prometiendo que como gobierno se cumplirían las demandas del pueblo.

La nueva reforma a la Ley 30 que elabora el gobierno se encuentra en trámite y en consulta con los diferentes estamentos. No obstante, la juventud como era de esperarse, rebelde y revolucionaria, no piensa delegar este asunto tan fácilmente.

Como ocurre en general en el movimiento obrero, se empiezan a manifestar dos posiciones: una de compromiso incondicional con la reforma que proponga el gobierno y entrega absoluta a sus espacios; la otra, un poco más crítica y con una postura más independiente que se lanza a generar encuentros y asambleas para movilizar a estudiantes, docentes y trabajadores, conscientes de que no pueden esperar a que desde las instituciones como el Congreso del Estado burgués, que ya viene cercenando las pequeñas reformas que presentó el gobierno, se vayan a garantizar las demandas que desde hace décadas se exige.

Es por eso que el movimiento estudiantil vuelve a la calle, para exigir con la lucha directa e independiente lo que aún no está considerado en las propuestas de reforma, para cuestionar incluso la política de conciliación y concertación con los enemigos abiertos del pueblo.

El pueblo exige una verdadera política de educación al servicio del pueblo que reconozca las necesidades del pueblo y la juventud. Una política que asuma y pague la deuda presupuestal que tiene con las universidades; que resuelva los problemas de infraestructura que presentan las universidades y que afectan no solo la calidad, sino, que no responde a la demanda de una juventud hija de obreros y campesinos, que desea estudiar en universidades públicas y gratuitas.

La educación de calidad que exige el pueblo no debe olvidar la necesidad de que el Estado deje de ser el primero que precariza las condiciones laborales de quienes le dan vida a las universidades. La lucha popular debe conquistar la contratación directa de los trabajadores y la ampliación de puestos de trabajo, tanto de docentes como de trabajadores para que se corresponda con el aumento de la cobertura en estudiantes.

No basta con que el gobierno proponga una reforma, esta debe corresponderse con las necesidades del pueblo, no basta con que se inicie el trámite en el Congreso, pues como está pasando con las otras reformas, los representantes de la burguesía, los terratenientes y las mafias trabajan para impedir cualquier beneficio para el pueblo; incluso varios de los que en un principio servían al partido de gobierno ya se prestan a oponérsele.

Es por ello que nuevamente es la lucha directa y la unidad de estudiantes, trabajadores y docentes la que tiene que garantizar la defensa de la educación al servicio del pueblo. Hay que reactivar las asambleas populares en las que los estudiantes, maestros y trabajadores de la educación pública, planteen abiertamente su problemática y tomen decisiones de lucha que sirvan para presionar al Estado burgués terrateniente y a los representantes del gobierno para que cumplan lo que prometieron en campaña.

Es hora de unir las luchas del pueblo por medio de la unidad del mismo pueblo, sin distingo de filiación política o si son amigos o no del camino electoral. Unidad para la lucha, en las calles, en las asambleas populares, en las barricadas, en las aulas, en las mazmorras. Unidad por la base, haciéndose escuchar incluso en las asambleas convocadas por el gobierno de turno en la que los grupos y partidos reformistas son mayoría, pero a las que indudablemente asisten masas luchadoras sin partido, atentas a escuchar las ideas y planes de acción propuestos por los revolucionarios.

Ante estas tareas, la juventud más consciente y revolucionaria deberá jugar un papel determinante, deberá prepararse política e ideológicamente para enfrentar los proyectiles almibarados de las ideas reformistas y oportunistas que lo querrán conducir al conformismo, la conciliación y la renuncia a sus demandas. La juventud debe comprender que, así como se hizo temblar a la burguesía con la lucha callejera del 2021, así habrá de obligar a los politiqueros en el parlamento a aprobar las demandas que exige el pueblo.

Además, la juventud debe prepararse ideológica y políticamente para comprender que este es apenas un primer paso en la mejora de las condiciones de vida para la clase obrera, pero que la lucha debe continuar por medio de la organización política revolucionaria que lidere y organice luchas decisivas contra el poder de los capitalistas, es decir, que muchos de los jóvenes del pueblo, son los llamados a reconstruir el Partido político independiente y revolucionario de la clase obrera en Colombia, dispositivo estratégico necesario para que realmente gobiernen los explotados y no los explotadores en el Socialismo, como primer paso de una nueva sociedad sin clases sociales, en la que la educación del pueblo sea una realidad, que no esté amarrada a los designios del capital, ni de los imperialistas que hoy buscan formar mano de obra calificada y barata para la cadena de producción de mercancías capitalista a costa de superexplotar millones de obreros a nivel mundial.

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