“El proletariado es la clase social que consigue sus medios de subsistencia exclusivamente de la venta de su trabajo, y no del rédito de algún capital; es la clase, cuyas dicha y pena, vida y muerte y toda la existencia dependen de la demanda de trabajo es decir, de los períodos de crisis y de prosperidad de los negocios, de las fluctuaciones de una competencia desenfrenada”.
F. Engels
Camaradas obreros:
Tal vez crea Usted hermano trabajador que este mensaje va dirigido solo a los obreros de overol. Pero no es así. También va para Ustedes trabajadores de la salud, de la educación, del transporte, de servicios y comunicaciones, del reciclaje, desempleados, desalojados… en fin, para todo aquel cuyo sustento y medios de vida solo dependen de un salario, ya sea que lo reciba formalmente o que lo rebusque día por día o que como desempleado se beneficie del salario devengado por los familiares. Todos, hacen parte de una gran clase mundial: el proletariado moderno.
¡DESPERTAR!
A comienzos de la pandemia, cuando todo mundo estaba confinado, los capitalistas a pesar de sus riquezas, de sus empresas, de sus bodegas repletas de mercancías y materias primas, no podían reactivar la economía porque faltaba el trabajo del proletario que además de producir lo que le devuelven como salario, sin ser consciente, sin darse cuenta, debe trabajar gratis buena parte de la jornada produciendo una riqueza adicional, una plusvalía que se la apropia el capitalista. ¡Esa es la explotación asalariada! He ahí la causa de por qué los proletarios trabajando tan duramente son cada día más pobres, mientras sus patrones sin producir nada son cada día más ricos.
Como lo evidenció el confinamiento, los capitalistas fallecerían si no cuentan con la vida artificial brindada por la explotación del proletariado. Por su parte los proletarios por ser quienes todo lo producen, sí pueden vivir sin necesidad de los parásitos y sanguijuelas capitalistas, pero antes necesitan transformar la propiedad privada del capital en propiedad social de quienes lo producen.
Por eso los empresarios bramaban y clamaban al gobierno que obligara a los trabajadores volver a la producción. Y una vez los proletarios se reintegran a sus sitios de esclavitud asalariada, el pago de los capitalistas es someterlos sin protección a terribles condiciones sanitarias. Empresarios que hasta el año pasado habían reportado billonarias ganancias, como por encanto resultaron sin un peso para pagar salarios suplicando auxilios estatales y flexibilización en sus demás obligaciones laborales.
El gobierno y su títere presidente en televisión promete subsidios y auxilios a granel para el pueblo, cuyos mendrugos caen en fauces de la corrupción. En la práctica, los gobernantes obedientes al mandato de los empresarios, dictan decretos, expiden resoluciones y arman proyectos para reducir salarios, cercenar las prestaciones sociales conquistadas por el movimiento obrero, e imponer a retazos nuevos abusos de la reforma laboral como es el trabajo por horas, todo lo cual apunta a una mayor rebaja general de salarios, es decir, a ¡recortar más la única fuente de ingresos que tienen los proletarios para sobrevivir! ¡Infames capitalistas! Para aumentar sus ganancias pretenden que los proletarios les trabajen gratis, así una parte de la población sea víctima de la hambruna y de la muerte desesperada por enfermedades como el covid-19.
Ante esta terrible perspectiva, los trabajadores asalariados, los proletarios modernos, deben despertar del sopor conformista donde los han sumido sus enemigos, hacer valer su importancia económica por ser quienes lo producen todo, conocer y entender su grandiosa misión política como la clase llamada a dirigir la derrota y supresión para siempre del infierno de la explotación asalariada.
¡LUCHAR!
Ninguna reivindicación de los proletarios ha sido regalada por los capitalistas. Todo y en todos los países ha sido conquistado con la lucha de clase de los asalariados: la jornada de 8 horas, el derecho a organizarse en sindicatos, el derecho de hacer huelgas, las convenciones colectivas, las prestaciones extralegales, las mejoras salariales…
Ninguna reivindicación de los trabajadores ha sido conquistada individualmente. El proletario como individuo no vale ante el patrón más que como una mercancía que se compra y se exprime hasta la muerte. Los proletarios son tomados en cuenta cuando hacen valer su número, su cantidad, en la forma de organización. Y si esta organización no se reduce a los confines de la fábrica o la empresa, sino que se hace en toda una rama de la producción, en toda una ciudad, en todo un país e internacionalmente, entonces el pulso entre explotados y explotadores se tasa en otro precio, se puede hablar de tú a tú, se pueden imponer condiciones no solo a un patrón o a un grupo de patrones sino al Estado que representa los intereses de todos los capitalistas.
Tal fue la experiencia reciente del Paro Nacional del 21 de noviembre, en el cual a pesar de no tener todavía fuertes organizaciones que defiendan los intereses de los trabajadores, la unión de hecho en las calles y la movilización, el bloqueo, el paro impuesto por la voluntad del pueblo colombiano, pusieron a tartamudear al gobierno de los capitalistas y obligó a dejar en remojo algunas de sus reformas.
Hoy los capitalistas y gobernantes aprovechan la desmovilización y los impedimentos a causa de la pandemia, para imponer reformas antiobreras y antipopulares. Pero también es cierto que el hambre, los despidos, los desalojos, la rebaja general de salarios, el cercenamiento de las prestaciones sociales, el garrote del Esmad en vez de comida, las muertes por falta de atención médica y la expansión la epidemia por el afán de producir ganancia, son todos factores que agravan los viejos problemas y calamidades del pueblo colombiano, que inevitablemente llevarán a nuevos levantamientos sociales, redoblando la vigencia de un Paro General Indefinido, del cual los proletarios modernos deben ser cabeza y fuerza directriz, pasando por encima de los parlanchines politiqueros de la oposición en el Congreso cuya mira no va más allá de las elecciones del 2022, pasando por encima de las momias sindicales dirigentes de las centrales, que ya están urdiendo con los patrones y el gobierno la concertación para aplazar el pago de las primas, imponer el trabajo por horas y demás bellaquerías contra los proletarios.
¡VENCER!
Vencieron los Mártires de Chicago ofrendando sus vidas para que la clase obrera mundial conquistara la jornada de 8 horas. Vencieron los huelguistas en los años 20 y 30 del siglo XX, quienes sacrificaron hasta la vida misma en la gran Huelga de las Bananeras, para que la clase obrera en Colombia tuviera derecho a organizarse en sindicatos, a hacer huelgas, a conquistar mediante la lucha mejores salarios y convenciones colectivas.
Vencieron los sindicatos independientes en los años 60 y 70 del siglo XX quienes enseñaron que las organizaciones sindicales son para defender intransigentemente los intereses de los trabajadores, que la huelga es una excelente arma de lucha para conquistar mejores salarios, demostrando que la suba o baja del salario no depende de artificios como el IPC y la inflación, sino exclusivamente de la lucha directa de los obreros, la única con poder para disminuir la plusvalía de los capitalistas y obligarlos a subir los salarios.
Vencieron los obreros, campesinos y soldados que en Rusia y en China se atrevieron a desmontar al emperador en 1917 y 1949 respectivamente, tomando las riendas de la sociedad y demostrando durante varias décadas que la pueden gobernar y administrar mil veces mejor que los zánganos burgueses, que sí es posible resolver los problemas del hambre, de la salud y educación pública, del empleo y el mejor estar para todo el pueblo, si se suprime al parásito capitalista succionador de la riqueza social.
También en Colombia se puede vencer no solo en un nuevo Paro General Indefinido, sino también en una revolución de los oprimidos contra los opresores, de los explotados contra los explotadores, porque ya los esclavistas modernos no son capaces ni siquiera de sostener con vida a los esclavos modernos, porque llegarán los días en que los trabajadores asalariados y el pueblo colombiano en general, se convenzan de la necesidad de destrozar el insoportable yugo impuesto por los capitalistas.
¡ADELANTE CLASE OBRERA, ADELANTE CON VALOR, HAY QUE ROMPER LAS CADENAS DE ESTE SISTEMA OPRESOR!