El antipopular y terrorista régimen de Uribe decidió comprar 24 aviones de guerra por un valor de 4.000 millones de dólares equivalentes a un poco más de 14 billones de pesos. Esta decisión está enmarcada dentro de los preparativos de una próxima guerra mundial interimperialista, en la cual el Estado colombiano guarda dependencia en todos los terrenos con el imperialismo estadounidense, a la vez que la burguesía del país es socia y lacaya de los grandes capitalistas yankees. Son inocultables las contradicciones entre los grandes bloques imperialistas y que se ven reflejadas en esta parte del mundo: de un lado, Estados Unidos y sus aliados (Inglaterra, Japón, España y demás); y del otro, China y Rusia acompañados de otros países como Irán por ejemplo. Todos interesados en ampliar sus zonas de influencia para hacerse a los recursos mineros, petroleros, hídricos, de fuerza de trabajo, financieros y demás para lograr paliar la profunda crisis capitalista en que está sumido el imperialismo desde 2008 y que se agravó con la pandemia de la covid-19.
Mientras tanto el régimen uribista de Duque, en el terreno militar agudiza la guerra criminal contra el pueblo con este tipo de medidas guerreristas para masacrar al pueblo, colombiano y venezolano, pues el carácter de esta guerra es reaccionaria, lo que quiere decir, que va en contravía de los intereses de las masas populares, del proletariado que pone los muertos, bien sea al ser reclutado para defender los intereses de los dueños del capital o al ser víctimas de bombardeos indiscriminados en el campo colombiano, como ya ha sucedido en diferentes oportunidades.
En lo económico, la compra de estos aviones demuestra que el de Uribe es un régimen indolente con las necesidades de millones de asalariados que sobreviven con salarios miserables impuestos año a año entre los capitalistas y los dirigentes de las centrales sindicales que actúan sin independencia de clase; indolente con la situación de cientos de miles de pequeños propietarios arruinados por el capital financiero y por las medidas restrictivas impuestas con la excusa de la pandemia que sometió al hambre a una gran cantidad de familias que sin capital no se pudieron “reinventar” o hacer parte de la llamada “economía naranja”; es un régimen antipopular que por medio de su Ministro de Hacienda “Ratasquilla”, quiere imponer al pueblo trabajador una reforma tributaria hambreadora que incremente el IVA y lo amplíe a diferentes productos de la canasta familiar, a la vez que obligue a tributar a más sectores de la clase obrera que hoy no lo hace para recaudar 18 billones de pesos, lo que significa que políticamente para este podrido Estado sí hay plata para la guerra contra el pueblo y para satisfacer las necesidades del imperialismo yankee, pero no hay recursos para cubrir las necesidades de las masas trabajadoras.
Llamamos al pueblo colombiano a rechazar en las calles por medio del Paro General Indefinido estos preparativos de guerra reaccionaria, a rechazar a este podrido Estado que legisla a favor de los gastos que garanticen la parásita burocracia (consejeros, congresistas, ministros, asesores y generales) quienes ejecutan la dictadura de los explotadores contra el pueblo.
Si la burguesía y los terratenientes se preparan para la guerra reaccionaria, el proletariado debe organizar la guerra revolucionaria contra este Estado y sus centenarias clases sociales enemigas para edificar el Socialismo sobre las ruinas del Estado burgués-terrateniente. Los revolucionarios tienen en sus manos la tarea de preparar a las masas para la lucha directa, de organizar los destacamentos que conviertan la guerra reaccionaria en guerra popular revolucionaria, que en Colombia tomará la forma de insurrección armada en las principales ciudades del país.
A los obreros y campesinos no los asustan los aviones supersónicos ni las bombas atómicas, porque sus intereses y su organización son más poderosos que los mezquinos intereses de los capitalistas. Con estas decisiones hambreadoras y terroristas, el régimen está alzando pesadas piedras que caerán sobre sus propios pies, cuando los revolucionarios logren organizar y dirigir a las masas por el camino de la emancipación del yugo del capital.