El ESMAD de la policía mató a Daniel Castro, indígena nasa de 17 años y ya lo hizo al menos con otros dos infantes en la actual Huelga Política de Masas en Buenaventura, ahogándolos con gases venenosos. El Esmad de la policía está envuelto, a julio de 2016, en más de 400 casos de agresiones entre las que se cuentan 13 asesinatos y 2 violaciones, según cifras del Cinep. Es un escuadrón nutrido actualmente con refuerzos del Ejército, para mutilar y ejecutar a tiros de fusil a los luchadores del pueblo. Esa es la democracia que tiene Colombia, tapadera de una férrea dictadura de clase de los capitalistas.
Una dictadura que le permite a los magnates explotadores hacerse con prósperas tierras como las otorgadas a Sarmiento Angulo, Santo Domingo, Ardila Lulle, los Holguín o el mismo Uribe en los mejores sitios, mientras arremete contra los desplazados reclamantes de sus predios, asesinándolos selectivamente junto con sus familiares como es noticia todos los meses, al igual que se hace contra los indígenas en el norte del Cauca, por recuperar con su fuerza lo que les ha pertenecido por generaciones.
Una dictadura que hoy en día tiene cerca de la mitad de la tierra en manos del uno por ciento de los propietarios, según la misma Agencia Nacional de Tierras. Una dictadura que concentra en no más de 2500 capitalistas el 50% de los depósitos bancarios. Una dictadura que cuenta con mucho más de medio millón de hombres armados apuntando sus fusiles contra el pueblo. Una dictadura sanguinaria que desplazó en los últimos años a más de 2 millones de personas desde el último censo agrario, que emigraron a las áreas urbanas a fortalecer los cinturones de miseria y presionar la rebaja del salario, al punto que en Colombia hoy se calcula que el 54% de los proletarios gana menos de un salario mínimo.
Una dictadura que adulan los reformistas y oportunistas, quienes respaldaron el gobierno antiobrero y antipopular para su reelección y la médula de su política de falsa paz que legaliza el despojo a más de 7 millones de desplazados. Una dictadura que debe ser destruida para triunfar sobre el poder de la burguesía, los terratenientes y el imperialismo. ¡No basta resistir, se necesita la revolución!, por esto hay que ligar la Huelga Política de Masas que se desarrolla por todo el país a la Revolución Socialista.
Igualmente no basta con la destrucción del putrefacto aparato estatal capitalista, ésta es apenas la condición para el verdadero triunfo: la creación de un nuevo tipo de Estado, el Estado de Dictadura del Proletariado, sustentado en el pueblo armado, cuya razón de ser es anular la resistencia de los explotadores y organizar las nuevas relaciones de producción socialistas bajo el mando de la clase obrera.