Asambleas Populares para construir el poder directo del pueblo, no para la politiquería y reforzar la institucionalidad burguesa

Asambleas Populares para construir el poder directo del pueblo, no para la politiquería y reforzar la institucionalidad burguesa 1
Rueda de Prensa convocando a la Asamblea Nacional por las reformas sociales, la paz y la unidad – 16 de mayo 2024

En el ojo del huracán tienen al presidente Gustavo Petro. La encerrona que los sectores más retardatarios de las clases dominantes están llevando a cabo desde distintos flancos, tiene como propósito tumbar su plan de gobierno, sabotear hasta las más mínimas medidas, impedir cualquier tipo de reforma, aun cuando ya estén borrados de ellas los pocos beneficios sociales con que fueron creadas. La meta de esos sectores es aplastar todo lo que huela a oposición a las políticas y órdenes de sus socios y amos imperialistas, por eso no es una exageración hablar de golpe de Estado.

Pero lo lamentable de esta realidad no es que los reaccionarios sean consecuentes con la defensa a muerte de sus intereses, pues al final de cuentas son superexplotadores de la fuerza obrera, destructores sin compasión de la naturaleza, hipócritas defensores de la paz mientras promueven la más brutal violencia contra las masas. Lo lamentable es la pusilanimidad de los reformistas, quienes a pesar de los golpes recibidos por todos lados, siguen insistiendo en su fracasado “acuerdo nacional”, soñando que algún día, con sus movilizaciones pacíficas y votos del “constituyente primario” lograrán que las clases parásitas y la podredumbre compuesta por el Congreso, las Cortes, y todo el andamiaje de su Estado, se conmuevan y acepten legislar a favor del pueblo.

Hoy Petro junto a los jefes de las principales centrales sindicales y de algunas organizaciones sociales, llaman a realizar las Asambleas Populares, pero no las convocan como verdaderos órganos de poder directo de las masas, no para levantar una plataforma de lucha con las necesidades del pueblo aún no resueltas, sino para la defensa de la ya inservible política del gobierno y sus mutiladas reformas.

Así ha quedado consignado en la convocatoria pública titulada precisamente: Asamblea Nacional por las reformas sociales, la paz y la unidad. Firmada por once organizaciones entre ellas el Pacto Histórico, la CUT, Fecode, la Coordinadora Nacional por el Cambio, entre otras. Una convocatoria dando continuidad a lo que el mismo Petro dijo en su intervención en la jornada del Primero de Mayo y que debe ser analizado pues allí se concentra el grano de la errónea táctica de los reformistas en Colombia.

Sobre la participación del presidente en la jornada del 1de Mayo, donde fue el orador central en la plaza de Bolívar en Bogotá, lo primero que hay que destacar es que el hecho de darle tribuna principal a un jefe de Estado en el día internacional de la clase obrera, no ocurría desde los años 30, cuando los presidentes Enrique Olaya Herrera en el 34 y Alfonso López Pumarejo posteriormente, tomaron el micrófono gracias a que los dirigentes sindicales y los falsos comunistas le entregaron la vocería de la clase obrera a los representantes del principal instrumento de sus enemigos: el Estado.

En esta ocasión la situación no fue muy distinta; pues a pesar de que Petro no es un burgués de cuna, ni pertenece a los grandes ricos explotadores colombianos, como Presidente su papel sí es administrar desde el gobierno, los negocios comunes de los capitalistas tal y como hicieron Olaya Herrera y López Pumarejo. Por eso en la efervescencia de su discurso dijo que podemos estar en el Estado y seguir siendo revolucionarios, y por supuesto, como tal gobernante, dijo que no estaba apelando a la confrontación violenta y por tanto llamó nuevamente a la necesidad de un acuerdo nacional, pero esta vez un acuerdo forzado por el pueblo a través de una constituyente. El presidente resaltó el apoyo a las luchas sociales y pidió el apoyo a las reformas que su gobierno promueve. En un aparte dijo: «Nos interesa que haya una reforma laboral, y que haya una reforma a la salud, y que haya una reforma a las pensiones, y que podamos reformar los servicios públicos y que podamos reformar los títulos mineros para que el pequeño minero tenga un papel con el cual defenderse, nos interesa que las universidades se abran a la democracia estudiantil».

En cuanto a la reforma laboral propuesta por su Gobierno, rechazó las «políticas neoliberales que promueven la precarización del trabajo y la reducción de los salarios en aras de supuestas mejoras en el empleo».

Dijo en un aparte de su discurso: «La historia de Colombia ha cambiado definitivamente y no tiene reversa, y esta es la demostración popular de esa decisión». Un discurso y una frase que llegan en el momento en que las reformas están estancadas en el establo parlamentario y muy posiblemente sean hundidas. Ante esa evidencia y posible perspectiva, no le quedaba otro camino que apelar al pueblo nuevamente como la ha hecho en ocasiones anteriores para presionar a los de arriba, así que prosiguió diciendo:

«Nuestro camino es la democracia y la democracia la hace el pueblo. Los acuerdos de paz con las FARC hablan y ordenan hacer un acuerdo nacional. Un acuerdo nacional no es un papel del cual se burlan después. Un acuerdo nacional se escribe en letras constituyentes. Un acuerdo nacional es desatar el poder constituyente en Colombia y el poder constituyente es la capacidad de la población de decidir, decidir en contra o decidir a favor. Decidir a favor de las reformas o decidir en contra de las reformas. Decidir por la paz o decidir por la muerte. Decidir por la vida de todos y de todas, o decidir por la muerte de la nación. El poder constituyente es que la población tenga el poder. Es que las gentes, el pueblo, tenga el poder»

Y agregó:

«Salir a las calles, a los barrios, a organizar el poder constituyente, es organizar las asambleas populares en todos los lugares de Colombia, no solo para detener un golpe, sino para proponer y hacer en realidad los grandes cambios de este país que lo necesita».

A ese respecto hay que decir por lo menos dos cosas:

La primera, es que es demagogia decir que en una constituyente, donde el poder real lo siguen teniendo los burgueses, terratenientes e imperialistas, el pueblo decide. Lo sucedido recientemente en Chile sirve de ejemplo, pues la tal constituyente que el pueblo esperaba fuera mucho mejor que la impuesta durante la dictadura de Pinochet, resultó ser un engendro peor. Esto quiere decir que mientras los enemigos del pueblo tengan el poder económico y militar podrán maniobrar, pero además hay que decir que en la situación actual del mundo, sin derrocar a las clases dominantes explotadoras, cualquier constitución no dejara de ser burguesa y reaccionaria, como lo fue la constitución del 91, que el presidente prometió defender y desarrollar y no hacer otra.

La segunda, es que las Asambleas Populares, especialmente las creadas por el pueblo en el levantamiento del 2021, sí fueron embriones —y con mayúsculas— de Poder Popular, en la medida en que esas instituciones, no sometidas al Gobierno ni a ninguna institución del poder estatal burgués, discutieron, acordaron y ejecutaron sus decisiones por su propia cuenta y riesgo. Es decir, se convirtieron de hecho en instituciones legislativas y ejecutivas al mismo tiempo. Embriones apenas, porque no se mantuvieron, pues las masas que las crearon no comprendieron que su iniciativa espontánea significaba un nuevo Poder: su propio Poder en contra del viejo poder de los explotadores.

Como se ve, aunque en apariencia hablamos de Poder Popular y de las Asambleas Populares como expresión de ello, realmente hablamos de cosas distintas. Por eso el presidente culminó su discurso así:

«Se trata de entendernos, se trata de hablar. La palabra es lo específicamente humano. La humanidad se centra en la palabra. Yo propongo poner las palabras de las reformas, las palabras que le abran de verdad, verdad, las oportunidades a la gente, las palabras de la historia, las palabras constituyentes con el voto popular. Propongo que se escriban en un gran acuerdo nacional, que por fin cierre la puerta de la ignominia, la puerta de la violación de los derechos, la puerta de la violencia en la historia y nos abra la puerta popular. La puerta de estas banderas de la patria, la puerta de la justicia, la puerta de la dignidad y el orgullo que podamos, como pueblo diverso, diferente, sentirnos dignos, sentirnos orgullosos de vivir en una Colombia potencia mundial de la vida. Porque la vida es nuestra consigna. Porque la vida es nuestro objetivo, porque la vida es nuestra razón de ser, la razón de ser del pueblo de Colombia».

Es decir, un nuevo llamado al acuerdo nacional en lugar de obligar a las clases explotadoras a resolver las exigencias populares con la lucha. Por eso puede decirse que el Presidente aprovechó las manifestaciones del Primero de Mayo para responder a las promovidas por la reacción el 21 de abril e indudablemente le fue bien.

En resumen, la convocatoria a la Asamblea por las reformas, obedece a la presión de las bases que están empujando la realización de las Asambleas Populares como lo hicieran desde el 2019, y en esta ocasión, como en aquella, los falsos comunistas u oportunistas, en acuerdo con los demás reformistas, actúan como ya es su costumbre: cuando ven que la fuerza del movimiento empuja hacia adelante, su papel es ponerse al frente para frenarlo o desviarlo por los cauces del diálogo y la conciliación con los enemigos, por la vía del pacifismo y la claudicación ante la sacrosanta propiedad privada y su Estado. Por eso nuevamente, ahora con el nombre de Coordinadora Nacional Por el Cambio, vuelven los jefes vendeobreros de las centrales sindicales a tratar de cumplir el mismo papel del traidor Comité Nacional de Paro, sobrepasado por el pueblo en el Paro Nacional del 2019 y en el poderoso levantamiento popular del 2021.

La lucha por la dirección del levantamiento que se está gestando, y cuyas causas se encuentran en la insoportable situación del pueblo trabajador y las promesas incumplidas, brinda a los revolucionarios y los obreros conscientes, la posibilidad de construir a partir de las Asambleas Populares el verdadero poder directo de las masas para conquistar con la lucha revolucionaria sus exigencias y no permitir que sean convertidas en un instrumento para la politiquería y reforzar la vieja y podrida institucionalidad burguesa como pretenden los reformistas. El viejo poder de los explotadores debe ser destruido para que florezca el nuevo poder de los obreros y campesinos. Ese sí capaz de resolver los graves problemas a que el capitalismo y la dominación imperialista han sometido al mundo y la sociedad colombiana.

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