En el discurso de instalación del establo parlamentario el títere presidente Duque llenó de elogios aquella recua de parásitos por haber aprobado las iniciativas gubernamentales y nuevamente esgrimió las mentiras conocidas sobre la verdadera esencia de su gobierno; entre ellas, aquella del “pacto que ponga primero a los pobres y que ya hoy tiene una hoja de ruta: nuestro Plan Nacional de Desarrollo Pacto por Colombia, Pacto por la Equidad”.
Hacía pocos días Duque había firmado el aumento del “salario” de los congresistas en un 4,5%; es decir, un aumento de 1.400.000 pesos mensuales, mientras en diciembre firmó el decreto que “aumentó” el salario mínimo, “ridículamente alto” según el infame Ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla, en miserables 46.874 pesos mensuales. Este hecho, ofensivo por sí mismo, deja al desnudo a qué se refieren los de arriba cuando hablan de poner primero a los pobres y qué esconden detrás de la palabreja equidad.
Ofensivo por cuanto un congresista recibe 32.741.755 pesos por asistir al parlamento a hablar basura 2 veces a la semana y solo “trabaja” 8 meses al año. Esto sin contar el alto grado de ausentismo y las triquiñuelas de los que solo asisten a responder a lista para luego evadirse o dormir plácidamente en su mullido sillón, y sin mencionar los multimillonarios dineros que les deja el negocio de la corrupción. Los congresistas son parte de esa pestilente burocracia parásita e inútil que se traga los recursos producidos por la inmensa mayoría, sometida a subsistir con un salario miserable de 828.116 pesos mensuales, agravado con el hecho de que más del 35% de los trabajadores no alcanza siquiera a devengar el “mínimo legal”, según el propio Alberto Carrasquilla. Resumiendo: un obrero debe trabajar más de tres años para alcanzar lo que un parlamentario parásito recibe en un mes.
Así las cosas, la Equidad resulta siendo para las clases dominantes que no trabajan: igualdad de oportunidades en la repartija del excedente social producido por la clase obrera en el infierno de las fábricas y las plantaciones; imparcialidad entre los holgazanes para esquilmar a los trabajadores independientes y pequeños productores y comerciantes; lealtad para repartirse entre sus iguales el producto de la destrucción de la naturaleza.
Los ricos, a pesar de los discursos mentirosos de los gobernantes e incluso de los planes ilusos de los filántropos burgueses, no pueden disminuir la pobreza porque sin ella no existe la riqueza; consecuencia inevitable de la explotación asalariada y ley general de la acumulación capitalista: la concentración de la riqueza y la propiedad en el polo de la sociedad minoritaria que no trabaja y la concentración de la pobreza y la miseria en el polo opuesto de la mayoría trabajadora.
Alcanzar la equidad o igualdad social exige la destrucción del sistema capitalista; esto es, la abolición de la propiedad privada y la explotación de unos hombres por otros.