A PROPÓSITO DE LA MUERTE DE UN «FILÁNTROPO» DESALMADO

A PROPÓSITO DE LA MUERTE DE UN "FILÁNTROPO" DESALMADO 1

El último de los barones de la dinastía Rockefeller murió a los 101 años. A pesar de los esfuerzos por evitarlo, no pudieron seguir prolongando su detestable vida. El sistema que representa esta familia, también agoniza constriñendo el desarrollo social; la propiedad privada y la explotación del trabajo asalariado, sobre las que descansa el capitalismo, se han convertido en un estorbo para el libre desarrollo de la humanidad y se necesita ayudarlo a morir para que vuelva a florecer la vida.

Las clases dominantes de la sociedad perduran más allá de los individuos y sus intereses económicos y políticos prevalecen, hasta que sean sometidos por una revolución que haga avanzar la historia e impulse el desarrollo. Esa es una ley inexorable. De ahí que la filantropía de los burgueses como David Rockefeller, quien donó la mitad de su riqueza a los pobres, sea un gesto hipócrita para maquillar la profunda desigualdad social creada por el poder de la clase capitalista y las leyes de este sistema en agonía, que ha ocasionado la acumulación de la riqueza en una minoría parásita a cambio de la expropiación, la superexplotación, el hambre y la miseria general en la humanidad.

Muchos reformistas pregonan como salida al desastre social y al peligro de existencia de la vida misma en el planeta, con que amenaza la dominación capitalista, pueden remediarse haciendo conciencia en magnates como Rockefeller, convenciéndolos de permitir que el mundo avance al uso de energías limpias, refinanciando las entidades dedicadas a la ayuda contra la desigualdad mundial, controlando las emisiones de monóxido de carbono, la deforestación, la caza indiscriminada, la usura, las guerras, etc., etc., pero la vida y obra de estos emblemáticos zánganos explotadores, es una muestra de que antes muertos que renunciar a su poder económico y político.

Los Rockefeller son la representación de la guerra y la muerte que ha traído el petróleo en la sociedad capitalista, pero no solo esto, son además la personificación de cómo se maneja el poder burgués en los clubes de ricos y poderosos como el Bilderberg, el poder detrás del parlamento y la presidencia, pues es allí donde se resuelve el qué hacer para fortalecer los intereses monopolistas en el orbe. Los atentados terroristas en New York en 2011 y achacados a Al-Qaeda, están vinculados con la propiedad y los intereses económicos de este señor y su familia. De esto no hablan los biógrafos burgueses interesados en mostrar la filantropía y la austeridad de David Rockefeller, de su divorcio del poder político y de los cargos en el Estado como lo principal de su vida, cuando por el contrario, esto es secundario y apenas una tapadera de lo que era en realidad: calculador, inhumano, avaro, asesino, explotador y destructor de la naturaleza, tanto, como el sistema que representó.

El proletariado debe aprender que la única manera de acabar con el infierno de la explotación asalariada y la opresión imperialista es mediante la revolución. La voluntad y la naturaleza devoradora y depredadora de las clases dominantes y sus representantes no se cambia, porque la ganancia es el ADN que identifica la clase capitalista, nacida de la expropiación y sometimiento de los pueblos, a quienes ahogó en sangre para surgir en la historia como clase dominante.

Es ilusorio pensar que los reaccionarios como Rockefeller un día dejarán toda su fortuna y renunciarán a su dominación de clase por las buenas, como se quiere mostrar al resaltar la labor humanitaria que hacía esta familia en los últimos años de su siniestro abuelo David. Lejos está la llamada voluntad política de los explotadores para resolver los grandes problemas que han creado; por el contrario, así los muestren como filántropos los loros cagatintas, su voluntad política real está en el fortalecimiento de su dictadura de clase por todo el mundo y en todos los países; por ello, este no es el momento de abandonar las armas para quienes luchan contra el Estado opresor como lo hacen los jefes guerrilleros colombianos, pues la rebelión se justifica y con ella la lucha armada contra la dominación de los expropiadores; no es un momento para la conciliación y concertación con los patronos como pregonan los traidores jefes sindicales, sino para azuzar la pelea independiente y revolucionaria de la clase obrera en fiera defensa de sus intereses; no es un momento para condolerse de la crisis general de un sistema que agoniza y esperar a que los representantes del poder como los herederos Rockefeller y los nuevos monopolios más poderosos que esta familiar petrolera y banquera, decidan cambiar la política, salvar la sociedad y la vida.

Los obreros deben tomar la iniciativa histórica y acometer el futuro con la fuerza de sus propias manos, sin la esperanza que sus bandidos enemigos se arrepentirán y cambiarán su postura de clase antagónica, renunciando a su maquinaria de muerte y a su fábrica de billetes con que han sometido y empobrecido a la sociedad. Este es un momento para la lucha revolucionaria; para la organización independiente en un partido político revolucionario del proletariado; para la preparación del levantamiento popular por el camino de la Huelga Política de Masas y la Revolución Socialista, como parte de la Revolución Proletaria Mundial. Este es el tiempo de la crisis económica del sistema mundial capitalista y del avance de la revolución.

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