El Covid-19 es obra del Capitalismo Imperialista

El Covid-19 es obra del Capitalismo Imperialista 1

Muchos mitos y teorías conspiranoicas han rodeado la aparición del nuevo coronavirus, Covid-19. Entre los bandos imperialistas se acusan mutuamente de haber creado dicha cepa: los yanquis y sus aliados culpan a China de haber infectado al mundo; a su vez, los chinos a coro con sus aliados, culpan a los gringos de haber fabricado el virus en sus laboratorios para frenar el crecimiento económico del país oriental. Lo que sí es cierto y es la raíz de estas acusaciones, es que ambos bloques compiten entre sí por un nuevo reparto del mundo que les permita sobrellevar la crisis en la que se encuentra el capitalismo desde el 2008. Pero no son las únicas, pues también pululan otras teorías pseudo-científicas que lo único que hacen es confundir al pueblo: sin justificación y desde una página reaccionaria en Facebook (machista, anti derechos de la mujer, entre otros), la “doctora” argentina Chinda Bandolino entre muchas barbaridades, acusa a los chinos de infectar a los países católicos con el Covid-19, se opone a las vacunas y a la cuarentena, lo cual se cae de su peso por sí solo; otros afirman que es un castigo “divino” de alguna deidad religiosa y que para lograr la salvación del mundo se debe hincar la rodilla ante un dios supremo o continuar consignando el diezmo así no se asista presencialmente a las iglesias o cultos religiosos.

Aunque se sabe que los imperialistas pueden y han recurrido a las armas químicas y biológicas en su guerra por el dominio del mundo, podemos afirmar que hasta ahora no se sabe con certeza si el covid-19 es creación de alguno de ellos; y en cuanto a las otras teorías todas carecen de rigor científico.

En lo que sí coinciden varios científicos es que el origen del Covid-19 tiene que ver con diferentes fenómenos sociales y ambientales cuya raíz es la destrucción de la “masa forestal (…) para poner en su lugar asentamientos humanos. Y una parte de la fauna salvaje que estaba allí pasa a alojarse en estos ambientes”, como lo afirma el biólogo Jordi Serra-Cobo de la Universidad de Barcelona. En otras palabras, este coronavirus al igual que el SARS del 2002, no es culpa de los murciélagos como tal, sino, de la destrucción desaforada de la naturaleza a manos del capitalismo imperialista y que se ve reflejada en la deforestación sin control que ha existido en el sudeste asiático desde hace más de 30 años; a esto se suma la concentración de la población en grandes ciudades, la urbanización sin control, la segmentación de los bosques y la consecuente creación de vías y el calentamiento global que hace a los virus mucho más resistentes que los anteriormente conocidos. Lo mismo se puede afirmar para el MERS, el SARS, el dengue o el ébola. En resumen, “La deforestación genera desequilibrios en el ecosistema. Los virus adquieren nuevas cepas y los animales entran en contacto con las poblaciones humanas.”, plantea en un artículo la periodista Nadia Barreiro según las investigaciones que realizó.

“Los murciélagos (…) son el grupo de mamíferos que alojan un mayor número de coronavirus”, agregó el biólogo Jordi Serra-Cobo, y al desplazar la frontera entre lo urbano y lo rural, al dejar sin su hogar natural al murciélago que representa el 20% de todos los mamíferos, es normal que el Covid-19 haya saltado de los murciélagos a los humanos. Además, el comercio ilegal de fauna silvestre tan común en China y sus “mercados húmedos” como el que existe en Wuhan, todo esto es caldo de cultivo perfecto para la aparición y expansión del Covid-19. A esto se suma la afirmación de Peter Alagona, profesor de Estudios Ambientales de la Universidad de California, según la cual, son las mismas personas las que aumentan el riesgo de transmisión entre especies cuando invaden su hábitat o los cazan para hacer medicinas o para consumo humano.

Incentivar la caza de murciélagos sólo agrava el problema en que ya se encuentra inmersa la sociedad, pues estos animales son polinizadores de alrededor de 500 especies de plantas; los murciélagos insectívoros consumen el equivalente a su peso corporal en insectos cada noche, incluyendo los mosquitos que portan enfermedades como el Zika, el dengue y la malaria; convierten los alimentos en excrementos (guano) que nutren diversos ecosistemas y los cuales se han convertido en fertilizantes, jabones y antibióticos. No hay que buscar la fiebre en las sábanas, dice un refrán popular. Es en el sistema capitalista, destructor de la sociedad y depredador de la naturaleza donde reside la causa de este coronavirus y de muchas otras enfermedades que han azotado el planeta. ¿Acaso se necesitan más razones para destruir este sistema con la lucha revolucionaria del pueblo?

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