editorial

Ante el caos imperialista apremia la organización revolucionaria de la clase obrera

En las últimas semanas venimos siendo testigos de diversos sucesos que evidencian cada vez más la decadencia del sistema capitalista imperialista y la necesidad de su superación revolucionaria. Las guerras y los preparativos de una nueva confrontación mundial, las medidas de ajuste ejecutadas por los gobiernos, la corrupción de los Estados, el genocidio contra el pueblo palestino, la violencia contra las mujeres, el racismo, la destrucción de la naturaleza, el crecimiento de los grupos reaccionarios de extrema derecha… pero también, las revueltas y huelgas de las masas populares que se levantan contra todo lo anterior. Todos estos males y las respuestas a ellos surgen de las condiciones de este sistema capitalista imperialista, el cual no puede ser reformado porque es un cadáver maloliente, que debe ser sepultado mediante la revolución proletaria mundial.

Entre los hechos recientes, las principales potencias imperialistas avanzan en los preparativos de una nueva guerra mundial interimperialista. Europa continúa con su política de rearme y fortalecimiento militar. El gobierno alemán dirigido por el demócrata-cristiano Friedrich Merz, por ejemplo, ha seguido la orientación dada por la OTAN destinando el 2,4% del PIB, es decir, unos 95 000 millones de euros para el gasto militar, cifra que aumentaría en unos próximos años hasta los 162 000 millones de euros; un gasto realizado al tiempo que anuncia una serie de reformas de ajuste, entre las que se encuentra una reforma a las pensiones con el fin de alargar la edad de jubilación de 66 a 67 años, imponer un impuesto al salario de los pensionados e incentivar el regreso al mercado laboral con la exoneración de dicho impuesto.

La guerra en Ucrania parece estar lejos de detenerse. Las negociaciones entre los países enfrentados están detenidas. Las potencias europeas comandadas por la OTAN continúan con su discurso de protegerse de la «amenaza rusa». Precisamente la solicitud de aumento militar a los países europeos va en ese sentido. Hace unos días, las tensiones entre Rusia y las potencias europeas volvieron a agudizarse con el derribo de unos drones rusos que habían invadido espacio aéreo polaco. La OTAN, encabezada por el secretario general Mark Rutte, anunció el inicio de la operación militar «Centinela Oriental», que contempla el despliegue de tropas terrestres en la frontera polaco-rusa y el fortalecimiento de las defensas antiaéreas con el fin de «reforzar la defensa» de la zona oriental de la alianza atlántica.

Por el lado de los imperialistas yankees, el gobierno norteamericano continúa con su política de «American First», esto es, de reforzamiento de su papel como principal potencia imperialista a nivel mundial. Además de los recientes ejercicios militares navales en el mar Caribe cerca a Venezuela y con la amenaza de una posible invasión a dicho país, los Estados Unidos bregan por reforzar su presencia militar en Suramérica. A inicios del mes de septiembre en una reunión entre el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, y el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, se anunció que el gobierno ecuatoriano buscará restablecer las bases militares gringas en su país bajo la excusa de «combatir el narcotráfico», medida que debe ser aprobada mediante referéndum pues implica una reforma de la Constitución ecuatoriana que prohíbe la presencia de bases militares extranjeras en su territorio.

El avance militarista de los Estados Unidos no solo ha ocurrido con medidas concretas de expandir su presencia militar en varios países, también se evidencia en su discurso. Recientemente, el presidente Donald Trump firmó un decreto para renombrar el Departamento de Defensa como «Departamento de Guerra». Si bien dicho cambio debe ser ratificado por el Congreso estadounidense, varios de los funcionarios de ese Departamento han hecho el cambio de facto en los documentos oficiales, las páginas web y las redes sociales. Este cambio en el discurso significa un mensaje por parte de los Estados Unidos de que están dispuestos a ir a la guerra con tal de que su país sea «grande de nuevo».

La actitud de los imperialistas estadounidenses se explica también por el crecimiento de sus principales contendientes en el reparto del mundo y que amenazan la hegemonía yankee. El otro bloque imperialista comandado principalmente por China y Rusia se reunió hace unas semanas en la 25ª cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), que se realizó en la ciudad china de Tianjin. Además del presidente ruso Vladimir Putin y del primer ministro chino Xi Jinping, también asistieron a la cumbre el primer ministro de la India, Narendra Modi, el presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, y el dirigente de Corea del Norte, Kim Jong Un. Además de la cumbre, los asistentes pudieron contemplar un imponente desfile militar ofrecido por las fuerzas armadas chinas con ocasión del aniversario del fin de la segunda guerra mundial. El mismo Trump manifestó ante los medios de comunicación que le pareció «una ceremonia hermosa» y que, si Xi Jinping estaba esperando que él estuviera mirando el desfile militar, que efectivamente eso hizo, y agregó que al parecer Rusia y China se estaban reuniendo para conspirar contra Estados Unidos.

Pero no solamente los imperialistas están moviéndose, también lo hacen los trabajadores y los pueblos del mundo. Hemos observado en las últimas semanas los levantamientos populares en dos países del sudeste asiático, Indonesia y Nepal. Revueltas protagonizadas principalmente por la juventud que se rebeló contra la corrupción de los gobiernos, los beneficios exagerados de los parlamentarios y las medidas de coerción a la libertad de expresión e información. Y hace unos días en Francia se realizó una huelga general contra un paquete de recortes sociales de 44 000 millones de euros; bajo la consigna de «Bloqueemos todos» cerca de 250 000 manifestantes salieron a las calles bloqueando temporalmente vías importantes de varias ciudades, accesos a aeropuertos, líneas de tren, fábricas, centros educativos, edificios de energía eléctrica, además de las barricadas en diversos puntos de las ciudades. Las manifestaciones fueron brutalmente reprimidas por las fuerzas policiales francesas que impidieron que se paralizara completamente el país.

Estos hechos marcan que estamos atravesando un periodo de crisis del sistema capitalista. El viejo orden internacional surgido luego del fin de la «Guerra Fría» comienza a desmoronarse. Las potencias occidentales se sienten amenazadas ante las potencias imperialistas emergentes, además de verse impotentes para solucionar los problemas de los trabajadores y masas populares, las cuales sienten sobre sus espaldas las consecuencias de la crisis. Crisis económica, social y política, preparativos de una tercera guerra mundial, y levantamientos cada vez más violentos de las masas populares son las características de nuestra época. Todo esto bajo el contexto de destrucción acelerada de la naturaleza que amenaza con la vida en la tierra.

La disyuntiva entre socialismo o barbarie se hace más clara. Pero el movimiento comunista internacional se encuentra desafortunadamente impotente pues aún no ha podido superar su estado de crisis en los niveles ideológicos, políticos y organizativos. Urge superar esta situación, de lo contrario, seguiremos siendo una fuerza impotente en futuros escenarios de guerra interimperialista o de levantamientos populares como los ocurridos en Nepal, Indonesia, Colombia, Chile, Líbano, Ecuador, etc., que, a pesar de la radicalidad en los métodos de lucha, el movimiento espontaneo de las masas no supera el régimen político existente.

Por tanto, es deber de los sectores de vanguardia de la clase obrera avanzar en la construcción de Partidos Comunistas en cada país como parte de una nueva Internacional Comunista, pues la organización es la única arma efectiva con la que cuenta el proletariado para hacerle frente a los retos del presente y las amenazas que se ciernen sobre la sociedad mundial. Solo con la unidad y la organización del movimiento obrero se podrán desatar las poderosas fuerzas que darán fin al horror imperialista con la Revolución Proletaria Mundial y construirán el futuro libre de toda forma de explotación y opresión.

Comité Ejecutivo – UOC (mlm)

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