¿SE ES REVOLUCIONARIO POR SER ANTIIMPERIALISTA? O ¿SE ES ANTIIMPERIALISTA POR SER REVOLUCIONARIO?

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Publicamos nuevamente el Editorial de Revolución Obrera No.361 del 30 de marzo 2013 por cuanto aporta en los actuales momentos a la lucha ideológica alrededor del antiimperialismo consecuente y contribuye a fundamentar el por qué los comunistas no apoyan todo movimiento antiimperialista.


Hoy, cuando el imperialismo, fase superior, última, agónica y de putrefacción del sistema capitalista mundial, fase de la reacción política y la superexplotación mundial del trabajo social, fase de la dominación colonial y semicolonial de los países, naciones y pueblos oprimidos, fase del parasitismo de los países imperialistas, de los grandes grupos monopolistas y de la burguesía imperialista en general… se ha transformado en un insoportable sistema mundial de opresión y explotación, y en un frenético destructor de la naturaleza.

Hoy cuando la profunda, extensa y larga crisis económica del sistema capitalista mundial, muestra en carne viva la rebelión de la producción cada vez más social contra la apropiación cada vez más privada, contra la dirección anárquica de la burguesía, contra el control de la economía mundial bajo la dictadura de los capitalistas y en provecho exclusivo de sus intereses de clase… manifiesta que en adelante cuanto más demore el derrocamiento del poder político de los capitalistas, más y mayores serán los sufrimientos de todos los trabajadores, principalmente de los obreros y campesinos.

En una época así, cuando se hace inevitable percibir en el imperialismo, un sistema incompatible con la vida, progreso y existencia de la sociedad, es natural que todo mundo tienda a ser «antiimperialista»; es inevitable que se cuele en las filas comunistas y se difunda entre los obreros y campesinos, un «antiimperialismo» tolerable para la burguesía, e inofensivo en últimas para el poder del imperialismo.

Los adeptos a ese «antiimperialismo» reaccionario, van desde socialdemócratas gobernantes en Europa y su red mundial de ONGs, pasan por regímenes nacionalistas de dictadura burguesa en Irán con Mahmud Ahmadineyad, Siria con Bashar Al-Assad, América Latina con el difunto Chávez, Correa, Morales, Ortega, Humala, Rousseff, Fernández, Mujica…, siguen por los viejos partidos jruschovistas, hoxhistas, trotskistas, y llegan hasta algunos revisionistas seudo maoístas actuales, donde para todos el «antiimperialismo» se reduce a la lucha contra el neoliberalismo. Una fuerte y ya vieja corriente mundial, que oculta el lugar histórico del imperialismo como fase final del capitalismo después de la cual no sigue sino la revolución proletaria y el socialismo; y en su lugar convierte el imperialismo en un simple, perverso y abusivo «modelo» de capitalismo, que debe ser derrotado para salvar el sistema capitalista, para salvar la dictadura burguesa y su reino de explotación mundial asalariada. La lucha contra el «modelo neoliberal» del capitalismo, es antiimperialismo falso, antiimperialismo reaccionario, es una forma «antiimperialista» de hacerle apología a un capitalismo, que hoy no puede ser otro distinto al imperialismo.

Hay más formas refinadas de antiimperialismo reaccionario, tales como aceptar de palabra la teoría leninista sobre el imperialismo, pero en la práctica política renunciar a ella, declarándola «insuficiente» para los «revolucionarios» del Siglo XXI, quienes anonadados por el aparatoso poderío militar imperialista, han perdido toda confianza en las masas y la revolución, han renunciado a la sabia y popular orientación maoísta: el imperialismo aunque tácticamente es un tigre de verdad, estratégicamente es un tigre de papel. O el «antiimperialismo» tipo Kautsky, que separa la política de la economía imperialista, llamando a una lucha «antiimperialista» a secas, suelta, que incluso siendo armada se reduce a restringir ya sea el «abuso» de los monopolios, ya sean los «atropellos» contra la nación, en el marco de una «resistencia mundial» a un sistema moribundo al cual no basta resistir sino que ya está listo para ser sepultado por la Revolución Proletaria Mundial. Una lucha «antiimperialista» por aparte y sin conexión alguna con la revolución política del proletariado; una lucha «antiimperialista» que rehúye la lucha política de la clase obrera «fusionándola» en la mera lucha nacional poli clasista contra el imperialismo, o la desecha abiertamente renegando del proletariado y su papel histórico mundial de ser el sepulturero del imperialismo, para llamar en su lugar a un abstracto «movimiento por la revolución» dirigido por la pequeña burguesía.

Todo mundo tiene derecho a ser «antiimperialista» a su manera. Nadie puede impedir que las clases y sus partidos se proclamen «antiimperialistas». Pero no hay derecho a meter carne de perro bajo piel de cordero pretendiendo pasar por marxismo el antiimperialismo reaccionario; ni se puede permitir que a nombre del comunismo, se engañe al proletariado y a las masas del pueblo con un «antiimperialismo» que oculta las verdaderas y profundas contradicciones del imperialismo, que vela las reales relaciones de dominación semicolonial, que encubre el engarce entre la subyugación nacional y la explotación de clase.

De la contaminación con el falso «antiimperialismo» no escapan los comunistas, en las actuales condiciones del Movimiento Comunista Internacional sumido en un terrible período de confusión ideológica, tras el ataque oportunista que en los últimos años ha tomado la forma de una «revisión» de los fundamentos del marxismo, a «nombre» del marxismo leninismo maoísmo y alegando su «desarrollo». Un período caracterizado por la penetración en las filas comunistas, de ideas, concepciones, categorías y programas del reformismo burgués y del revolucionarismo pequeñoburgués, tales como considerar «antiimperialista» la lucha interburguesa en los países oprimidos, que en realidad no va más allá de la búsqueda lacaya de un mejor postor imperialista, de hacer negocios con otro amo y socio imperialista que brinde otras gabelas a los explotadores nativos, a cuenta de la opresión y explotación de las masas trabajadoras.

Es necesario entonces volver en defensa del marxismo frente a todas y cada uno de las cuestiones «olvidadas» y declaradas «insubsistentes». Por principio los comunistas y los proletarios no apoyan todo movimiento antiimperialista. El marxismo en palabras de Lenin enseña que «los comunistas debemos apoyar y apoyaremos los movimientos burgueses de liberación en las colonias sólo cuando estos movimientos sean realmente revolucionarios, cuando sus representantes no nos impidan educar y organizar en el espíritu revolucionario a los campesinos y a las grandes masas de explotados. Si no existen estas condiciones, los comunistas deben luchar en dichos países contra la burguesía reformista, a la que pertenecen también los héroes de la II Internacional.»1

De igual manera, el insigne marxista José Carlos Mariátegui enfrentado al mismo problema en el Perú, enseñó a combatir el antiimperialismo reaccionario (de los apristas en ese entonces) que lo elevaba «a la categoría de un programa, de una actitud política, de un movimiento que se basta a sí mismo y que conduce espontáneamente, no sabemos en virtud de qué proceso, al socialismo, a la revolución social», descubriendo y confrontando el contrabando de «somos de izquierda (o socialistas) porque somos antiimperialistas», con la exacta y clara posición marxista: «El antiimperialismo, para nosotros, no constituye ya, ni puede constituir por sí solo, un programa político, un movimiento de masas apto para conquistar el poder” (…) “En conclusión, somos antiimperialistas porque somos socialistas, porque somos revolucionarios, porque oponemos al capitalismo el socialismo como sistema antagónico, llamado a sucederlo, porque en la lucha contra los imperialismos extranjeros cumplimos nuestros deberes de solidaridad con las masas revolucionarias del mundo.»2

El capitalismo en su fase imperialista no solo ha preparado las premisas materiales para el socialismo, sino que ha forjado las armas y los hombres para derrotarlo y sepultarlo con la Revolución Proletaria Mundial, cuyas dos grandes corrientes históricas son precisamente el movimiento revolucionario antiimperialista y la revolución socialista del proletariado; dos grandes corrientes que confluyen y apuntan hacia el mismo blanco común: el imperialismo.

Comité Ejecutivo
Unión Obrera Comu¬nista (MLM)

1 Ver Informe de la comisión sobre los problemas nacional y colonial, V.I. Lenin – 1920

2 Ver antigua revista del MRI, Un Mundo Que Ganar No. 2, pág. 51.

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