La Asociación Internacional de los Trabajadores (IV)

Vicisitudes de la Primera Internacional

La Asociación Internacional de los Trabajadores –I Internacional– se fundó para organizar al proletariado de Europa y América en un gran ejército internacional cuya lucha fuera unida y mancomunada. Esa característica implicó muchas de sus vicisitudes, de las cuales vamos a destacar algunas relacionadas con los siguientes aspectos:

Primero, por ser una organización obrera internacional, tuvo la gran ventaja de ser apoyada por la clase más joven y revolucionaria de la sociedad, pero así mismo, sufrió las mismas dificultades económicas en que se debate esa clase explotada y desposeída de los medios de producción, recibió en su seno los litigios originados en la situación política y social del proletariado, y fue hostigada por la burguesía dispuesta a hacer fracasar este primer intento internacionalista del proletariado de organizarse y luchar como una sola clase.

Segundo, por la amplitud programática de la I Internacional para permitir la incorporación de las diversas corrientes del movimiento obrero en un único ejército internacional proletario, la Asociación Internacional de los Trabajadores fue un hervidero permanente de lucha de líneas, lo cual permitió su desarrollo y el cumplimiento de su papel de formar, en los países capitalistas de la época la conciencia de los obreros en las ideas del socialismo científico.

Vicisitudes de la I Internacional por ser una organización obrera internacional

La situación financiera de la I Internacional siempre fue de calamidad, «el presupuesto del Consejo General se componía de cantidades negativas y en progresión ascendente» en palabras de Marx. Una idea más concreta de esta situación, la puede brindar el hecho de que durante el primer año sólo se recaudaron 33 libras, y el presupuesto de gastos de propaganda y realización del primer Congreso se estimaba en 150 libras; todo porque el aporte de las organizaciones obreras era en extremo modesto en comparación con la numerosa cantidad de sus afiliados.

Cuando se funda la I Internacional, Carlos Marx no tenía en el centro de sus preocupaciones las tareas de organización, sino que se hallaba trabajando intensamente en su obra cumbre científica «El Capital»; sin embargo, por el desarrollo de los acontecimientos en la Asociación, se vio obligado a participar activamente, y al hacerlo con su claridad teórica sobre la misión del movimiento obrero y el papel de su lucha de clase, terminó siendo el cerebro del Consejo General en cuyo trabajo dedicaba una gran cantidad de esfuerzos y de tiempo, con el agravante de que no abandonó por ello sus trabajos científicos, sino que por el contrario los incrementó debido a las polémicas suscitadas en el Consejo, y para completar, con un quebranto cada vez mayor de su estado de salud deteriorada principalmente por el trabajo excesivo en las noches –según el dictamen médico-, y en medio de las más crueles condiciones de pobreza. El 14 de febrero de 1866 le escribía a su amigo Engels: «Ayer volví a estar inutilizado, pues me salió un perverso perro de carbunclo en el costado izquierdo. Si tuviese bastante dinero para mi familia y el libro estuviese terminado, me daría lo mismo estirar la pata y ser arrojado al muladar hoy que mañana. Pero, en las circunstancias dichas no puede ser».

A todas estas dificultades supo sobreponerse la I Internacional, tuvo secciones en diversos países de Europa y Norteamérica, celebró no pocas Conferencias y Congresos, se expresó a través de diversos órganos oficiales en los países, y cumplió con organizar por primera vez un inmenso ejército proletario internacional ante el cual la burguesía no pudo ocultar su temor.

Los tres años iniciales de la I Internacional fueron años de extremas dificultades, caracterizados por las pugnas inevitables, sobre todo al comienzo de una asociación que acogía en su seno a organizaciones obreras de diversos países, que además de ser influenciadas por las distintas corrientes del socialismo (reaccionario, burgués, pequeñoburgués, utópico, científico…) traían consigo los altercados generados en su propia experiencia de lucha en cada país, y las pugnas derivadas de las contradicciones entre naciones y países a causa de la opresión y la subyugación nacional.

Fue así como la lassalleana Asociación General de Obreros alemanes se negó a pertenecer a la Internacional, si bien luego de la muerte de Fernando Lassalle, se argumentara por el director del periódico «El Socialdemócrata», Schweitzer, que la no afiliación formal obedecía a la prohibición de las leyes alemanas de articular varias asociaciones. Lo cierto es que, durante los primeros años los obreros alemanes sólo participaron en la I Internacional a través de sus desterrados residentes en Inglaterra y en Suiza.

Entre los obreros franceses, desde la revolución del 48 se había incubado el repudio mutuo entre «obreros intelectuales y manuales»; los literatos condenaban todo movimiento obrero que los desconociese, y a su vez, los proletarios tenían muy presentes las traiciones de los literatos. Esta antipatía se transformó en escándalo en el Congreso de Ginebra en 1866, cuando al arribo de un grupo de estudiantes revolucionarios blanquistas (partidarios no de la lucha de masas, sino, de la actividad intrépida de pequeños grupos de conspiradores) que sin ser delegados causaban gran alboroto, chocaron con los obreros quienes los expulsaron a la fuerza, proponiendo que la Internacional sólo admitiese obreros manuales y no intelectuales; esa propuesta fue negada por el Congreso. Y fue justamente el proletariado francés quién proclamó la Comuna de París en 1871, en la cual, a pesar de su corta existencia, se materializó el objetivo declarado en el Manifiesto Inaugural y en el Preámbulo de los Estatutos de la Asociación Internacional de los Trabajadores: «…la emancipación económica de los trabajadores es el supremo objetivo a que debe subordinarse todo movimiento político, como medio…». De la Comuna de París se tratará en otra entrega de estas Memorias.

[Próxima entrega: Vicisitudes de la I Internacional – continuación]
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