La Asociación Internacional de los Trabajadores (III)

Los estatutos de la Asociación Internacional de los Trabajadores

Los integrantes de la Comisión, que había sido encargada por el Comité Provisional (más tarde llamado Consejo General) para redactar el Proyecto de Estatutos, presentaron no una, sino varias propuestas. Fue el caso de Manzzini, quien, sin comprender la importancia ni el papel de la lucha de clases del proletariado, hizo corresponder su Proyecto de Estatutos más con la rigurosa centralización de una secta de conspiradores que con la organización de la Asociación Internacional, dispuesta, ante todo, a conectar y unificar el movimiento de la clase obrera, hasta entonces disperso en los diversos países.

Por su parte, el Proyecto de Estatutos presentado por Carlos Marx se correspondía con el amplio Manifiesto Inaugural de la Asociación, pues ambos se atenían estrictamente a la situación y las exigencias del momento, sin abandonar la perspectiva del comunismo. Ambos documentos eran como el Manifiesto Comunista: fuertes en su fondo, en su contenido; y, a la vez, se diferenciaban de él en que tenían una forma suave. El Comité Provisional acogió por unanimidad, el 1.o de noviembre de 1864, este proyecto como los Estatutos Provisionales de la Asociación Internacional de los Trabajadores, y solo hasta septiembre de 1871 la II Conferencia de Londres, sobre la base de los Estatutos Provisionales, aprueba los Estatutos Generales de la Primera Internacional.

Los Estatutos de la Primera Internacional tienen dos partes diferenciadas: principios y organización. En la primera, se formulan las tareas generales del movimiento obrero a nivel internacional, a la manera de un resumen del contenido fundamental expuesto en el Manifiesto Inaugural: la clase obrera como protagonista de su propia emancipación, cuyo carácter es internacional, pues no se trata de un problema nacional ni local, sino social; la emancipación económica de la clase obrera como supremo objetivo, al cual debe subordinarse todo movimiento político, como medio.

En la parte de organización, los Estatutos establecen el nombre de la Asociación, ordenan que todos los años los delegados de las secciones realicen un Congreso obrero general que proclame las aspiraciones comunes de la clase obrera, tome las medidas para asegurar el éxito de las actividades de la Asociación y elija su Consejo General, integrado por obreros de los diferentes países, entre quienes se designarán responsables para gestionar sus asuntos, tales como un secretario general, un tesorero y secretarios para cada país.

Es de anotar que, a lo largo de la historia de la Primera Internacional, sus Estatutos conservaron intactos sus rasgos fundamentales, sufriendo apenas modificaciones en asuntos de orden secundario. Una de ellas fue la de, por iniciativa de Marx, suprimir el cargo de «Presidente» establecido en los Estatutos Provisionales, pues en la práctica, el propio trabajo de los secretarios lo convirtió en un cargo inútil.

Los Estatutos determinaron las atribuciones del Consejo General:

• Servir de órgano internacional de enlace entre las organizaciones obreras de los diversos países.

• Informarlos constantemente sobre el acontecer de su movimiento en los demás países.

• Organizar y dirigir investigaciones estadísticas sobre la situación de la clase obrera en los diversos países.

• Someter a debate, en todas las asociaciones obreras, los temas de interés general que proponga alguna de ellas.

• Una vez definida la acción inmediata, como el caso de conflictos internacionales, impulsar acciones conjuntas y simultáneas de la clase obrera.

• Impulsar y contribuir a la centralización nacional de las numerosas, pequeñas, aisladas y dispersas sociedades obreras locales.

• Publicar informes periódicos para facilitar la relación entre las asociaciones.

Finalmente, los Estatutos de la Primera internacional permiten conservar intacta la organización de las sociedades obreras que se le adhieran, responsabilizan a cada sección de la Internacional de la honestidad de los miembros admitidos, y establecen que puede ser aceptado como miembro todo el que adopte y defienda los principios de la Asociación Internacional de los Trabajadores.

Los Estatutos Generales de la Primera Internacional se convirtieron en el modelo de Estatutos adoptado por diversos partidos en Europa. Su correcta concepción sobre la importancia decisiva de la lucha de clase de los obreros permitía (en vida y presencia del propio Marx) que reuniones tan importantes como lo fue la Primera Conferencia de Londres, de 1865, según relato de Franz Mehring: Deliberaba por las mañanas a puerta cerrada bajo la presidencia de Jung, y por las noches en sesiones semipúblicas que presidía Odger. En estas reuniones nocturnas se debatía ante un público obrero, los puntos esclarecidos en las sesiones privadas.

Los Estatutos Generales de la Asociación Internacional de los Trabajadores son ejemplo de cómo la unidad organizativa del proletariado presupone y exige su unidad ideológica y política; y, sobre todo, cómo puede materializar de una forma sencilla pero clara y precisa, las normas por las cuales rige su vida organizada. Las polémicas en torno a los Estatutos Generales demuestran que no es nada nueva la lucha entre quienes desprecian la organización de los obreros, o la reducen a la organización de sectas aisladas de conspiradores, y quienes, adoptando el principio de los Estatutos Generales que dice: El éxito del movimiento obrero en cada país, no puede ser asegurado más que por la fuerza resultante de la unión y la organización, conciben la organización de los obreros como un fuerte y eficaz instrumento de su lucha de clase. Esta divergencia es tan vieja como la lucha entre el marxismo y el oportunismo.

[Próxima entrega: Vicisitudes de la Primera Internacional]
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