Fundación de la Asociación Internacional de los Trabajadores
El 28 de septiembre de 1864 en St. Martin’s Hall de Londres se llevó a cabo un gran mitin internacional de obreros, en el cual, se fundó la Asociación Internacional de los Trabajadores (conocida luego como I Internacional). Se eligió un Comité Provisional (órgano dirigente de la Asociación, y conocido posteriormente como el Consejo General o Consejo Central) compuesto de unos cincuenta vocales, la mitad de ellos obreros ingleses; una decena, alemanes, en su mayoría antiguos miembros de la Liga de los Comunistas, como Marx, Eccarius, Lessner, Lochner y Pfänder; nueve franceses; seis italianos; dos polacos y dos suizos. El Comité nombró una Sección encargada de preparar los proyectos de un Manifiesto Inaugural y unos Estatutos de la Asociación, documentos redactados magistralmente por Carlos Marx, y que el 1° de noviembre de 1864 fueron aprobados por unanimidad y con gran entusiasmo en el Comité.
Y no era nada fácil lograr la unanimidad de representantes obreros de países como Francia e Inglaterra donde el nuevo resurgir del movimiento obrero se había encontrado con una unidad nacional consolidada; mientras que en Alemania e Italia ardían los movimientos nacionales de independencia, lo cual contrarrestaba el espíritu internacionalista de la nueva Asociación. De igual forma que en ella convergían corrientes como la influida por Blanqui, cuyo programa no se basaba en la lucha de la clase obrera sino en la audacia de una minoría para alzarse con el poder en un golpe de mano; o la fuerte corriente en el proletariado francés influida por las ideas de Proudhon, cuyo programa renunciaba a la lucha política de la clase obrera a cambio de experimentos tales como obtener créditos bancarios gratuitos para los obreros, a cuenta del Estado.
A pesar de tales diferencias, el surgimiento de la Asociación ocurre porque la clase obrera se había recuperado de las derrotas sufridas en los años 1848 – 1852, había vuelto a reunir un vasto ejército para poder enfrentar de nuevo a sus enemigos de clase. La Asociación Internacional de los Trabajadores, no fue una organización restringida a los comunistas ni mucho menos, sino que tuvo como finalidad unificar y articular la lucha dispersa del movimiento obrero en los distintos países, o como escribió Engels, «agrupar en su seno a todo el proletariado militante de Europa y América» en correspondencia con el carácter internacional de la lucha del movimiento obrero, proclamado en el Manifiesto del Partido Comunista y expresado en su llamado final: ¡Proletarios del mundo, uníos!
El carácter amplio de la Asociación no permitía adoptar plenamente el programa comunista de El Manifiesto, sino uno más amplio, que diera cabida a otras distintas corrientes del movimiento obrero: los tradeunionistas ingleses, los proudhonistas franceses, belgas, italianos y españoles, los lassalleanos alemanes. Y no se crea que era éste un ensayo de conciliación y eclecticismo; era la exigencia necesaria del desarrollo del movimiento obrero en ese entonces, planeada, consciente de los marxistas, pues para que las tesis del socialismo científico expuestas en El Manifiesto triunfaran sobre el resto de corrientes socialistas, era necesario no tanto cultivar en privado «el pensamiento del liderato» como hoy pregonan algunos grupos y partidos del MRI, sino, ante todo y sobre todo, era necesario –y en ello confiaba ciegamente el mismo Marx– «el desarrollo intelectual de la clase obrera, que debía resultar inevitablemente de la acción combinada y de la discusión mutua».
La Asociación Internacional de Trabajadores se propuso reemplazar las viejas y desgastadas sectas socialistas, por una verdadera organización de la clase obrera que sirviera para llevar a cabo su lucha real. Así, el trabajo fundamental de la Asociación se encaminó a formar en las ideas del socialismo científico, la conciencia de los obreros de vanguardia de los países capitalistas; pero no por ello, dejó de participar directa y activamente en los combates directos del proletariado, de los cuales, el principal por aquella época fue la revolución obrera de 1871: La Comuna de París.
El Programa de la Asociación Internacional de los Trabajadores (I Internacional) está expresado en el preámbulo de los Estatutos, y plantea:
• La emancipación de la clase obrera debe ser obra de la propia clase obrera.
• La emancipación de la clase obrera no es una lucha por privilegios de clase, sino por la abolición de todo dominio de clase.
• El sometimiento económico del trabajador a los monopolizadores de los medios de trabajo, es decir, de las fuentes de vida, es la base de la servidumbre en todas sus formas, de toda miseria social, degradación intelectual y dependencia política.
• La emancipación económica de la clase obrera, es el gran fin al que todo movimiento político debe ser subordinado como medio.
• Todos los esfuerzos hacia este fin han fracasado por falta de solidaridad entre los obreros, y de unión fraternal entre las clases obreras de los diferentes países.
La amplitud del Programa de la Asociación era una inevitable necesidad para el ulterior desarrollo amplio y unificado del movimiento obrero, pero a su vez, implicaba enfrentar a corrientes tan hostiles al Marxismo, como el Anarquismo de la «Alianza de la Democracia Socialista» dirigida por el ruso Bakunin; y aunque la condición para su ingreso era disolverse, una vez admitida, rehusó la disolución, y por el contrario, Bakunin se propuso crear bajo su propia dirección y al interior de la Asociación, «otra internacional» fraccional llamada «La Alianza de la Democracia Socialista».
En oposición al programa de los comunistas cuya base es la lucha política del proletariado, el Anarquismo Bakuninista confeccionó un programa con retazos de ideas pequeñoburguesas, superficialmente hilvanadas, basado en la negación de la lucha política de la clase obrera:
• Su panacea: la igualdad de las clases, pero sin atacar las causas reales de las diferencias de clase en la sociedad.
• Su consigna: ¡contra el autoritarismo! suprimiendo el Estado mediante un decreto (¡¡¡del Estado!!!)
• Su punto de partida para el movimiento social: la abolición del derecho de herencia.
• Su dogma obligatorio: el ateísmo para los miembros de la internacional.
• Su dogma principal: la abstención proudhonista del movimiento político.
Con un programa así, no era de extrañar que después de la derrota de la Comuna de París en 1871, Bakunin y sus discípulos se manifestaran contra la idea de la dictadura del proletariado, y contra la constitución de su partido político independiente organizado de acuerdo con el principio del centralismo democrático.
El anarquismo con su intriga escisionista saboteó el propósito de la Internacional, obligándola a expulsar a Bakunin en 1872 en el Congreso de La Haya, en el cual se consideró que la Internacional había cumplido su papel histórico que consistía en echar los cimientos de la lucha internacional por el socialismo, y era el momento para que el movimiento obrero desplegara toda su amplitud y creara partidos socialistas en cada país.
La batalla del marxismo contra el anarquismo en el seno de la Asociación Internacional de los Trabajadores (y en el propio seno del Consejo General), fue en realidad un combate sin tregua contra las sectas que impiden y desarman la lucha real de la clase obrera.
[Próxima entrega: Los Estatutos de la I Internacional]