La Comuna Y El Internacionalismo Proletario
Fundada la Asociación Internacional de los Trabajadores, el 28 de septiembre de 1864, se dedicó a organizar al proletariado de Europa y América en un gran ejército internacional que luchara como una y la misma clase. Tal actividad en Francia desató el odio y la persecución por parte del emperador Napoleón III, para quien la Internacional era un «enemigo peligroso» acusada de ser una asociación secreta que complotaba para asesinarlo. La propia actividad pública de la Internacional, contra el despotismo del Segundo Imperio y en favor de los intereses del proletariado como clase internacional, fue la mejor arma para enfrentar y refutar las tramoyas del emperador.
Fue así como, en julio de 1870, apenas iniciada la guerra franco prusiana, y en septiembre del mismo año, recién derrotado el ejército imperial en Sedán, el Consejo General de la Internacional se pronunció, respectivamente, en un Primer y Segundo Manifiestos contra las guerras anexionistas. Denunció a las clases dominantes, cuyos intereses son los causantes de las guerras de conquista, con las cuales también se pretende aniquilar el movimiento revolucionario del proletariado. La Internacional llama a la clase obrera de los países enfrentados a unirse y empuñar el internacionalismo proletario, con la convicción de que solo el poder del proletariado podrá acabar definitivamente con las guerras, pues barrerá sus causas. El Segundo Manifiesto de la Internacional termina con estas palabras: Que las secciones de la Asociación Internacional de los Trabajadores de cada país exhorten a la clase obrera a la acción. Si los obreros olvidan su deber, si permanecen pasivos, la horrible guerra actual no será más que la precursora de nuevas luchas internacionales todavía más espantosas y conducirá en cada país a nuevas derrotas de los obreros por los señores de la espada, de la tierra y del capital. ¡Viva la República!
Organizaciones obreras de Francia y Alemania intercambiaron mensajes de paz y amistad, como anticipo de la política internacional de paz de una nueva sociedad gobernada, en todos los países, por el proletariado. La sección francesa de la Internacional, articulada en secciones de barrios, sociedades obreras y cooperativas, desde su creación en 1865 dio decidido apoyo al movimiento huelguístico. Esto le permitió ganar una buena influencia en el movimiento obrero francés y contrarrestar el apoliticismo pregonado por los proudhonianos. Los militantes internacionalistas iban directamente a las regiones donde estallaban las huelgas y contribuían a extender la organización y la lucha de resistencia económica, lo cual acarreó la represión sobre la sección francesa de la Internacional, obligándola a sucesivas disoluciones y reorganizaciones.
A principios de 1870, los internacionalistas eran la fuerza principal del movimiento obrero francés, cuya principal expresión era el movimiento huelguístico, que fue reprimido ferozmente. Los militantes más activos de París y de provincia fueron detenidos, encarcelados o tuvieron que huir. En esa desfavorable situación, los partidarios de la Internacional tienen que afrontar la guerra y, luego, la Comuna de París. En esas condiciones: una ciudad rodeada por el ejército alemán y los dirigentes obreros internacionalistas en prisión, Marx y Engels consideraban que si la clase obrera intentaba derribar el gobierno sería una acción desesperada y prematura; recomendaban mejor trabajar en la organización de la clase para con todas sus fuerzas obtener el triunfo de la emancipación del trabajo. De ahí que los miembros de la sección francesa de la Internacional centraran su labor de propaganda en explicar el alcance de la organización obrera, en miras a la lucha por una «República social universal».
El 26 de marzo de 1871, al ser elegida la Comuna, quedó compuesta por una mayoría de miembros integrada por blanquistas (también predominantes en el Comité Central de la Guardia Nacional) y una minoría compuesta por afiliados a la Internacional, entre quienes prevalecían los discípulos de la escuela de Proudhon. Se dice que fueron los proudhonianos los principales responsables de los decretos económicos de la Comuna, mientras la responsabilidad principal en los actos u omisiones políticos recayó sobre los blanquistas (quienes en gran mayoría eran socialistas solo por instinto revolucionario y proletario). Y agrega Engels: La ironía de la historia quiso —como acontece generalmente cuando el poder cae en manos de doctrinarios— que tanto unos como otros hiciesen lo contrario de lo que la doctrina de su escuela prescribía.
El Proudhonismo se había consagrado como la doctrina de los pequeños propietarios (campesinos y artesanos), acérrima enemiga de la asociación obrera. Sin embargo, el decreto económico más importante de la Comuna ordenó la organización de la gran industria y la manufactura, organización basada no solo en la asociación de los obreros dentro de la fábrica, sino en la unificación de las asociaciones en una gran Unión, que de haber sobrevivido la Comuna, dice Marx: Forzosamente habría conducido en última instancia al comunismo, o sea, a lo más antitético de la doctrina proudhoniana.
Blanqui, jefe de la escuela de la conspiración, concebía el problema de tomar el poder del Estado como producto no de la lucha de las masas, sino de la acción intrépida de un pequeño grupo de hombres que arrastraría tras de sus caudillos a las pasivas masas del pueblo y, por tanto, exigía la centralización absoluta del poder del Estado en las manos de tales caudillos. No obstante, contra esa idea de absoluto centralismo, en los hechos todas las proclamas de la Comuna invitaron a crear una organización nacional, una Federación o unión libre de todas las Comunas de Francia con París.
Por tanto, la experiencia de la Comuna de París se convirtió en la sepultura de las doctrinas que preconizaban, tanto el socialismo pequeñoburgués como el socialismo utópico. Contrariando las doctrinas de la mayoría de sus dirigentes, el carácter de clase proletario de la Comuna hizo prevalecer en sus hechos, medidas y decretos, la aplicación concreta del socialismo científico y del internacionalismo. Destruyó el viejo Estado, instauró un nuevo tipo de Estado y colocó el poder en manos de las masas, para proceder a la expropiación de los expropiadores. Esto quedó apenas iniciado, pues se interpuso la derrota de la Comuna causada por unas específicas circunstancias históricas (de las cuales se tratará luego). A los dos días de ser proclamada, la Comuna confirmó en sus cargos a los extranjeros elegidos indicando que La bandera de la Comuna es la bandera de la República Mundial; el 12 de abril, en presencia de dos ejércitos burgueses, el prusiano y el bonapartista, ordenó la demolición de la Columna Triunfal de la plaza de Vendôme (fundida con el bronce de los cañones que Napoleón había tomado en 1809) por ser un símbolo de chovinismo (nacionalismo burgués) e incitación al odio entre naciones.
Al ser derrotada la Comuna de París, el Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores aprobó el Manifiesto dirigido a todos los miembros de la Asociación, redactado por Marx, titulado La Guerra Civil en Francia. Se constituyó en una obra clásica del marxismo que, tomando la realidad de la experiencia de la Comuna de París, desarrolló la teoría en asuntos tan decisivos como la lucha de clases, el Estado, la revolución y la dictadura del proletariado. Destacando en su contenido principal la siempre revolucionaria idea de la necesidad histórica de destruir el Estado burgués y sustituirlo por un nuevo Estado tipo Comuna, como forma estatal de la dictadura del proletariado. En uno de sus apartes alude así al internacionalismo: La Comuna concedió a todos los extranjeros el honor de morir por una causa inmortal. Entre la guerra exterior perdida por su traición, y la guerra civil fomentada por su conspiración con el invasor extranjero, la burguesía encontraba tiempo para dar prueba de patriotismo, organizando batidas policíacas contra los alemanes residentes en Francia. La Comuna nombró a un obrero alemán [Leo Frankel] su ministro de Trabajo. Thiers, la burguesía, el Segundo Imperio, habían engañado constantemente a Polonia con ostentosas manifestaciones de simpatía, mientras, en realidad, la traicionaban a los intereses de Rusia, a la que prestaban los más sucios servicios. La Comuna honró a los heroicos hijos de Polonia [J. Dombrowski y W. Wróblewski], colocándolos a la cabeza de los defensores de París.
La Comuna fue al principio un movimiento heterogéneo y confuso, un gobierno de coalición que abarcaba miembros de la Internacional, blanquistas, proudhonianos, republicanos burgueses (temerosos de que se restableciera la monarquía) y nacionalistas (ilusionados en que la Comuna relanzara la guerra contra Prusia). Pero en el curso mismo de su movimiento, el papel fundamental en su actuación fue desempeñado, por los obreros (sobre todo, artesanos de París), entre quienes desde años antes la Internacional había realizado una intensa labor de propaganda socialista, logrando que muchos se afiliaran a ella.
Un año después de ser derrotada la Comuna, el Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores, en reunión del 20 de febrero de 1872 a propuesta de Jung, convocó un mitin de masas en Londres, para conmemorar el primer aniversario el 18 de marzo. El mitin público no se realizó por la negativa a última hora del dueño del local. Sin embargo, los miembros de la Internacional y los ex federados organizaron una reunión solemne en la cual fueron adoptadas tres breves resoluciones escritas por Marx especialmente para el mitin.
RESOLUCIONES DEL MITIN CONVOCADO PARA CONMEMORAR EL ANIVERSARIO DE LA COMUNA DE PARÍS
El mitin convocado para conmemorar el aniversario del 18 de marzo de 1871 ha adoptado las siguientes resoluciones:
- Considera que el glorioso movimiento iniciado el 18 de marzo es la aurora de la gran revolución social llamada a liberar para siempre a la humanidad de la sociedad de clases.
- Declara que las necedades y los crímenes de las clases burguesas, coligadas en toda Europa por su odio hacia los trabajadores, han condenado la vieja sociedad a la muerte, sean las que sean las formas de gobierno, monárquicas o republicanas.
- Proclama que la cruzada de todos los gobiernos contra la Internacional y el terrorismo, tanto de los asesinos de Versalles como de sus vencedores prusianos, prueban la inanidad de sus éxitos y afirman que tras la heroica vanguardia destruida por las fuerzas mancomunadas de Thiers y de Guillermo se encuentra el amenazante ejército del proletariado universal.