Su preparación
EL CAPITAL Crítica de la Economía Política es la obra cumbre del marxismo. Carlos Marx y Federico Engels, desde los años 40 del siglo XIX, iniciaron la exposición de los resultados de sus investigaciones en el terreno de la Economía Política en trabajos tales como Manuscritos económico-filosóficos de 1844, La Ideología Alemana, Miseria de la Filosofía, Trabajo Asalariado y Capital, Manifiesto del Partido Comunista, en las cuales se descubren las causas de la explotación capitalista, se saca a flote el antagonismo irreconciliable de la contradicción entre los intereses de los obreros asalariados y los capitalistas, y se demuestra que la sociedad regida por las relaciones económicas capitalistas es una etapa transitoria de la sociedad, que debe ser negada por la revolución del proletariado, para hacerla avanzar a una superior etapa de desarrollo: el comunismo, al cual hay que arribar a través de una nueva etapa de transición, la sociedad socialista.
Si bien la investigación, preparación de borradores y exposición de las conclusiones de EL CAPITAL ocupó 40 años de la vida de Carlos Marx, tuvo varias interrupciones, tales como la ocasionada por las revoluciones obreras en Europa en 1848 – 1849, o por la lucha y actividades de la I Internacional.
Entre 1857 y 1858, Marx comienza a sistematizar los datos recogidos a lo largo de 15 años de investigación, y elabora el primer esbozo del plan general de EL CAPITAL, y desde entonces se propone preparar la publicación de la obra en forma de fascículos, editando el primero en 1859 bajo el título de Contribución a la Crítica de la Economía Política.
En el trabajo de preparación de los siguientes fascículos, entre 1861 y 1863, Marx produce bajo el mismo título Contribución a la Crítica de la Economía Política un extenso manuscrito compuesto por 23 cuadernos, que lo lleva a modificar el plan de publicación de la obra, proponiéndose presentarla mejor en cuatro tomos. Algunos de estos cuadernos fueron dedicados específicamente a la historia de las doctrinas económicas, y como tales los publicó posteriormente el Partido Comunista de la Unión Soviética, como el IV Tomo de EL CAPITAL, bajo el título Teorías de la Plusvalía.
Los cuadernos restantes del manuscrito estaban dedicados a los problemas teóricos que luego se tratarían en los otros tres tomos de EL CAPITAL. Y todos, de conjunto, fueron expuestos de nuevo con todo detalle en otro manuscrito, elaborado entre 1863 y enero de 1866. Y solo después de haber culminado tal manuscrito de toda la obra, Marx se dedicó a pulirla minuciosamente, empezando por preparar para la imprenta el Tomo I de EL CAPITAL, al cual le dio una nueva redacción de fondo, para que pudiera ver la luz en su primera edición en idioma alemán, en septiembre de 1867.
Marx persiste en preparar la publicación de los demás tomos, pero no consigue terminarla, obligado a interrumpirla, de una parte, por su intensa actividad en el Consejo General de la I Internacional, y de otra, por sus agudos problemas de salud que finalmente lo llevaron a la tumba el 14 de marzo de 1883. Le correspondió entonces a Federico Engels preparar la publicación del material elaborado, editar en 1885 el Tomo II, y en 1894 el Tomo III de EL CAPITAL.
Las leyes que Marx, en EL CAPITAL Crítica de la Economía Política (1867), estudió en su singular aplicación a la sociedad capitalista y explicó —con absoluto rigor científico su profundo funcionamiento y su ineludible cumplimiento— en el Prólogo de Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859), las había resumido magistralmente en su forma universal, como leyes que rigen el desarrollo de la sociedad en todas sus etapas:
El resultado general a que llegué y que, una vez obtenido, sirvió de hilo conductor a mis estudios, puede resumirse así: en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas revoluciones, hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra, las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de revolución por su conciencia, sino que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos solo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización.
[Próxima entrega: “EL CAPITAL – SU CONTENIDO”]