Comienza la lucha de los luditas

La clase obrera recién nacida le atribuía a las máquinas, la raíz de todos los males que padecía. No sospechaba del capitalismo que parecía ser una fuerza indestructible y muy poderosa pero, en cambio, las máquinas sí se podían destruir.

En un comienzo los obreros ingleses solicitaron al parlamento la prohibición de las máquinas; desde luego, les fue negada la solicitud. Deciden entonces resolver el problema a su manera: asaltar las fábricas y destruir las máquinas. 8000 obreros de Lancaster (algunos armados) dirigidos por Ned Ludd, en 1779, inician una gran destrucción de máquinas.

Esta lucha se conoce en las Memorias del Movimiento Obrero Mundial, como «El Movimiento de los Luditas». Sus batallas se repitieron en 1811 y 1816, y no solo en Inglaterra, también en  Renania, Wesfalia y Silesia —cunas del movimiento obrero en Alemania—, en la década de 1830, se desarrollan acciones semejantes a las de los Luditas, así como en Francia donde el movimiento de destructores de máquinas fue ampliamente difundido. El Movimiento de los Luditas fue la FORMA PRIMARIA del Movimiento Obrero.

Al mismo tiempo surgió un movimiento huel­guístico, estrictamente proletario, se fundan las primeras organizaciones obreras bajo la forma de cajas de auxilio mutuo, clubes, sindicatos o asociaciones por oficios. La desastrosa situación de los obreros y sus primeros intentos de organización fueron dos condiciones propicias para desatar una forma de lucha eficaz para resistir a los capitalistas: la huelga. Fue tal su impacto que ya en 1799 el parlamento inglés aprueba la ley de prohibición de huelgas, por exigencia de los capitalistas.

La mordaza tiene dos efectos: de una parte, limita temporalmente la lucha obrera, pero de otra, obliga a los obreros a organizarse secretamente y les despierta una inquietud: en el conflicto entre proletarios y capitalistas, el Estado no era neutral, favorecía a los dueños del capital. Su conciencia espontánea sólo les dicta que deben luchar por el sufragio universal, surgiendo así organizaciones políticas de carácter democrático, que de por sí reflejan la inclinación de la clase obrera por participar en la lucha política. Pero de inmediato, esa sencilla actividad política de los obreros es declarada DELITO y, como escarmiento, son masacrados en una protesta en la ciudad de Manchester en 1819. La sangre en vez de ahogar, nutre las protestas que se extienden a varias ciudades, logrando desarrollar formas de organización para el choque violento. No fue en vano, en 1824 el gobierno retira la prohibición de las coaliciones obreras y empiezan a surgir organizaciones sindicales por toda Inglaterra, llamadas tradeuniones.

SE DESENCADENA EL MOVIMIENTO DE LOS CARTISTAS

En 1836 se fundan en Inglaterra dos organizaciones: la Asociación Obrera de Londres y la Gran Liga del Norte (en Leeds), que a la postre fueron los centros orgánicos del nuevo desarrollo del Movimiento Obrero llamado EL CARTISMO.

La Carta del Pueblo redactada en 1838, firmada por 1.250.000 y entregada al Parlamento fue el Programa del Cartismo en donde el primero de sus seis puntos rezaba: Voto para cada hombre mayor de 21 años, cuerdo y sin antecedentes penales. Los Cartistas creían que, al obtener estas reformas, se podría tener una mayoría obrera que legislara a favor de los obreros, y en su respaldo reunieron mítines de 80.000, 200.000 y 400.000 personas.

La composición de clase del movimiento en un comienzo era heterogénea, muy mezclado con pequeños propietarios, lo cual le restó fuerza a sus acciones. Entre los obreros había disposición de lucha, pero no tenían un Partido que los dirigiera. El Comité Ejecutivo de los Cartistas redactó una segunda petición con reivindicaciones de carácter muy proletario. El Parlamento rechazó todas las peticiones.

La clase obrera respondió en los principales centros fabriles del país, con una huelga de carácter político, pues su principal reivindicación era la aprobación de la Carta. Sin dirección, sin organización, esta lucha fue sofocada y desapareció el Cartismo.

De ahí en adelante las tradeuniones inglesas no fueron prohibidas, sino maniatadas por la burguesía de una forma más sutil y efectiva para controlarlas: mediante el soborno a los propios obreros. Así se engendra la más terrible fisura y división que ha padecido el Movimiento Obrero Mundial durante toda su historia: la aristocracia obrera, esto es, la fracción de la clase obrera (((sobornada))) que defiende la ideología y los intereses de la burguesía, en el propio seno del movimiento obrero. No por casualidad, fue más adelante, la base social del oportunismo.

El Movimiento Cartista fue el primer movimiento verdaderamente político y de masas de la clase obrera. Su lucha no fue en vano: en 1842 se prohibió el trabajo en el subsuelo para mujeres y niños; en 1844 se fijó en 5 horas y media la jornada para los niños textileros; en 1847 se fijó en 10 horas la jornada laboral.

LLEGAN LAS INSURRECCIONES Y REVOLUCIONES OBRERAS

Durante las primeras décadas del siglo XVII, el capitalismo tuvo gran desarrollo en países de Europa continental y con él sobrevinieron las crisis económicas y sociales, y los estallidos de movimientos espontáneos en Austria, Sicilia, Bélgica, Alemania, Francia. En este último, a partir de 1830 se impuso la organización de fábrica en la producción de algodón, lana, seda, lino y papel. Y organizar la producción, significaba organizar a los obreros, cuyas huelgas, manifestaciones de masas, sociedades secretas y hasta insurrecciones armadas fueron fenómenos corrientes en esta época.

En julio de 1830 los obreros de París empuñaron las armas, iniciando un alzamiento que se transformó en revolución. La falta de organización independiente de los obreros permitió a la burguesía alzarse con el triunfo: fue derrocado el monarca Carlos X (representante y vestigio de la reacción feudal) y colocado en el trono a Luis Felipe de Orleans (representante de la nueva burguesía financiera).

El Movimiento Obrero independiente en Francia comenzó directamente con las insurrecciones de los obreros de la seda en Lyon de 1831 y 1834. El 21 de noviembre de 1831 fueron masacrados manifestantes obreros tejedores en Lyon y, como siempre, creció la indignación y luego de tres días de lucha armada los obreros se adueñaron de Lyon. Pero carecían de Partido, de Programa, de vínculos tanto con los obreros de otras ciudades como con los campesinos. Así, la insurrección fue sofocada, pero su importancia histórica no pudo ser borrada porque demostró el surgimiento de una nueva fuerza en Francia: la clase obrera.

Los años entre 1830 y 1848 estuvieron llenos de levantamientos que no tienen parecido en otros países, ni en Inglaterra, ni en Alemania, ni en EE. UU.: rebelión de los obreros de París en junio de 1832 y abril de 1834; insurrecciones de los obreros de Lyon en 1831 y 1834; insurrección dirigida por Augusto Blanqui en 1839 (dirigente revolucionario, comunista utópico, quien organizó grupos clandestinos, pero su método era pasar por encima del movimiento de masas y realizar acciones individuales que la clase obrera miró con simpatía pero sin seguirlo; de ahí que los «modernos» métodos de guevaristas e «izquierdistas» sean tan antiguos como Blanqui y, en ocasiones, los denominemos «Blanquismo»); disturbios en Lille, Clermont Toulouse en 1840; grandes huelgas de inspiración política de carpinteros y ebanistas en 1833 y 1845 en París; huelga de mineros en Anzín en 1833 y en St-Etienne en 1844 y 1846; revoluciones obreras en París en febrero y junio de 1848.

El 22 de febrero de 1848 se convocó un banquete que debía terminar en manifestación, pues la actividad política había sido prohibida por el gobierno. Se dio una circunstancia especial: la guardia nacional en un primer momento se negó a reprimir a los obreros. El pueblo (burgueses republicanos y obreros socialistas) ocupó el palacio, el rey Luis Felipe salió de huida, dejando el campo para establecer un Gobierno Provisional con dualidad de poderes: los burgueses republicanos se oponen a las reivindicaciones obreras, los obreros socialistas exigen reivindicaciones que afectan los intereses burgueses. Entre los socialistas se incluían pequeñoburgueses moderados como Luis Blanc, quien atacaba el capitalismo pero rechazaba la teoría de la lucha de clases.

La carencia de dirección en los obreros (incluso Proudhon, ideólogo de la pequeñaburguesía y fundador del anarquismo, confiaba en la Asamblea Nacional de la cual era miembro) contribuyó a que la dualidad de poderes se inclinara a favor de la burguesía. En mayo es arrestado Augusto Blanqui y el 24 de junio es decretado el estado de sitio, y fueron lanzados contra la clase obrera, la guardia móvil y el ejército; no obstante la ausencia de dirección, los obreros libran una lucha heroica hasta el final en su último bastión, el barrio St. Antoine. A partir de allí se generaliza la masacre: no menos de 100.000 muertos y 15.000 condenados a trabajos forzados en las colonias. Fue esta la primera gran guerra civil entre el proletariado y la burguesía en Francia.

El Atelier, uno de los más importantes periódicos, era redactado por obreros, y en él se publicó el Programa de reivindicaciones para la Revolución de 1848 en su primera etapa:

  • Limitación de la jornada de trabajo.
  • Abolición del sistema de los subcontratistas.
  • Reglamentación de la colocación.
  • Establecimiento de un salario mínimo.
  • Supresión de la obligación de la libreta de trabajo.
  • Reglamentación de la competencia hecha a los obreros con la mano de obra de prisioneros o conventos.
  • Transformación profunda de los consejos de conciliación.
  • Indemnización por los accidentes de trabajo.
  • Cajas de retiros para la vejez
  • Libertad de reunión, de coalición y de asociación.

Entre tanto, en Alemania, en 1844 ocurre la insurrección de los tejedores de Silesia, con la cual comienza el Movimiento Obrero de masas en ese país. Los tejedores sufrían doble yugo: del empresario acaparador y del terrateniente, a quien debían pagar impuestos por derecho a tejer. Los obreros silesianos pagaban impuesto agrario, impuesto estamental, tributo por la tierra, prestaciones personales o compensadas en dinero, tributos comunales, desembolsos para escuelas, desembolsos para seguros contra incendios, etc. En 1848 se libra un movimiento de carácter violento contra el hambre, conocido como «la guerra de las patatas», y se libró en vísperas de las revoluciones de 1848 en Europa.

En Alemania eran muy reducidas las posibilidades de organización de asociaciones proletarias revolucionarias, pues el yugo político era muy pesado; por eso, las primeras organizaciones obreras surgieron en el extranjero. Las más importantes organizaciones fueron la Unión Popular Alemana en París (de emigrados) en 1832; la Liga de los Miserables en 1833; la Liga de los Justos en 1836; la Liga de los Comunistas en 1847, de cuyo seno brotaría el primer programa político verdaderamente independiente para el Movimiento Obrero: El Manifiesto del Partido Comunista.

[Próxima entrega: El Movimiento Obrero en EE. UU.]
Comparte:
Facebook
Twitter
WhatsApp
Telegram
Imprimir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *